29/12/24

Rokugo en Attack on titan 2000 años despues Resumen. Mistral V2

 Prólogo: El Legado del Titán Fundador

En un mundo donde la humanidad había olvidado su pasado, donde las guerras habían borrado la memoria de generaciones, un evento catastrófico estaba a punto de cambiar el curso de la historia. Eren Yeager, un ex soldado recientemente marcado como terrorista, se había hecho con el poder del Titán Fundador. Con su nueva fuerza, Eren desató el Retumbar de la Tierra, un evento apocalíptico en el que millones de Titanes Colosales caminaban por todo el mundo, destruyendo todo a su paso.

La humanidad, desesperada, se unió para detener a Eren. Mikasa Ackerman, una de sus amigas más cercanas, fue quien finalmente logró detenerlo. Con una destreza y valentía inigualables, Mikasa entró en la boca del mega Titán de Eren y cortó su cabeza humana, poniendo fin al Retumbar y salvando al mundo de una destrucción total.

En el más allá, Eren fue recibido por la deidad del Agua, Aqua. Con una sonrisa burlona, Aqua se mofó de Eren por creer que los cultos eran un engaño para controlar al pueblo. Aqua debería haber enviado a Eren al infierno, pero decidió darle una oportunidad de redimirse. Le ofreció la posibilidad de ir a un mundo de fantasía donde debería eliminar al "Rey Demonio" y podría llevarse algo con él. Eren, sin dudarlo, aceptó la oferta, llevándose su poder de Titán.

Años después, la Reina de Paradis, Historia Reiss, murió y también se encontró con Aqua. La deidad le ofreció la opción de ir al cielo o reencarnar en el mismo mundo de fantasía donde Eren había sido enviado, con la misión de vencer al Rey Demonio. Historia, con su mal uso de palabras, terminó llevándose a Aqua sin querer.

El mundo de Attack on Titan comenzó a desertificarse como consecuencia de la ausencia de Aqua. La tierra se volvió árida y estéril, y la humanidad se enfrentó a una nueva era de desafíos y adversidades. Mientras tanto, en el mundo de fantasía, Eren y Historia se preparaban para enfrentar al Rey Demonio, con la esperanza de redimirse y salvar a sus respectivos mundos.

Así comenzó una nueva historia, una donde el destino de dos mundos estaba entrelazado y donde el poder de los Titanes y la magia de la fantasía se unirían para enfrentar al mal supremo.

1200 años después, en un planeta conocido simplemente como "El Tercer Planeta", la malvada Sociedad Secreta Kisaragi había conquistado casi todo el mundo. En medio de esta sombría realidad, el Agente 6 de Kisaragi, alias "Rokugo", se dirigía a la oficina de los ejecutivos de Kisaragi para una llamada. Rokugo, un agente desvergonzado, boca sucia, pervertido, quejoso y reacio a las responsabilidades, caminaba con una actitud despreocupada, aunque en su interior sentía una mezcla de curiosidad y preocupación.

Al llegar a la oficina, se encontró con la ejecutiva Astaroth, una líder que, a pesar de su apariencia gélida, era en realidad una jefa de corazón tierno. Astaroth siempre estaba preocupada por el bienestar de sus subordinados, y su enamoramiento y celos por Rokugo eran un secreto a voces entre los Líderes Supremos. Astaroth, recatada y fácil de leer, se sonrojaba y reaccionaba violentamente a los avances más agresivos de Rokugo.

Belial, por otro lado, era una jefa dura y adicta al trabajo. Segura de sí misma, brutal, autoritaria, desatenta, irrazonable, malhumorada, grosera e impulsiva, Belial era incapaz de hacer papeleo. Exigía mucho a sus subordinados, los amenazaba con violencia por su insubordinación y a veces hacía exigencias ridículas por capricho. Sin embargo, seguía siendo una jefa confiable, del tipo cariñosa, debido a sus tratos y cuidados hacia sus empleados.

La llamada comenzó con una noticia impactante: una vez que Kisaragi conquistara el mundo por completo, habría un despido masivo en la organización. Rokugo, dándose cuenta de que también sería despedido, miró a Astaroth con una expresión de pánico.

—Astaroth, cásate conmigo y manténme —suplicó Rokugo, con una mezcla de desesperación y esperanza en su voz.

Astaroth se sonrojó intensamente, pero antes de que pudiera responder, Belial intervino con su tono autoritario.

—Antes de los despidos, tenemos un último trabajo para ti, Rokugo —dijo Belial, mirándolo fijamente—. Hemos estado buscando planetas habitables para humanos, y contra todo pronóstico, parece que esos mundos están habitados por criaturas similares a los animales de la Tierra, con plantas similares a las de la Tierra y hasta tienen homo sapiens sapiens como en la Tierra.

Rokugo frunció el ceño, tratando de entender la conexión entre esta información y los despidos.

—¿Qué tiene que ver eso con los despidos? —preguntó, confundido.

La escena se cortó justo en ese momento, dejando a Rokugo con una expresión de desconcierto y a los ejecutivos de Kisaragi con una sonrisa enigmática. El destino de Rokugo y la misión que le esperaba estaban a punto de revelarse, y el futuro de Kisaragi y del Tercer Planeta pendía de un hilo.

Capítulo 2: El Laboratorio de Lilith

Ante la falta de entendimiento de Rokugo, Astaroth y Belial decidieron llevarlo al laboratorio de la ejecutiva Lilith. Lilith, con su personalidad teatral y su amor por los discursos y las risas malvadas, era un genio científico con una fe absoluta en la ciencia. Sin embargo, su arrogancia y confianza excesiva a menudo la llevaban a ser irresponsable y a probar sus inventos solo una vez antes de implementarlos.

Al entrar en el laboratorio, Rokugo se encontró con una escena caótica. Lilith, con una capa ondeando dramáticamente, estaba de pie frente a una máquina enorme y compleja. Sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y locura.

—¡Ah, Rokugo! ¡Bienvenido a mi humilde laboratorio! —exclamó Lilith, extendiendo los brazos en un gesto grandilocuente—. ¡Estoy segura de que te maravillarás con mis creaciones!

Rokugo miró a su alrededor, tratando de entender la situación.

—Lilith, ¿qué tiene que ver todo esto con los despidos y esos mundos habitables? —preguntó, confundido.

Lilith soltó una risa malvada, disfrutando del momento.

—Verás, Rokugo, por convergencia evolutiva, en otros mundos también hay humanos. He creado una máquina teletransportadora que nos permitirá explorar esos mundos. Tu misión es reconocer el nivel de peligrosidad del planeta "407", evaluar su poder militar y, si es invadible, iniciar la operación de construcción de una máquina teletransportadora para continuar la invasión.

Rokugo frunció el ceño, negándose a aceptar una misión tan peligrosa.

—No voy a hacerlo. No voy a arriesgar mi vida en una misión suicida —dijo, cruzando los brazos.

De repente, el brazalete de Rokugo emitió una notificación. Sus ojos se abrieron de par en par al leer el mensaje.

—¿Qué pasa, Rokugo? —preguntó Astaroth, preocupada.

—Los héroes... han descubierto la ubicación de mi casa y la han bombardeado con misiles. Ya no tengo nada —respondió Rokugo, con una mezcla de ira y desesperación en su voz.

Lilith, aprovechando la oportunidad, se acercó a Rokugo con una sonrisa maliciosa.

—Entonces, Rokugo, parece que no tienes muchas opciones. Esta misión es tu única oportunidad de redención. ¿Qué dices? ¿Aceptas el desafío?

Rokugo miró a su alrededor, sintiendo el peso de la situación. Con un suspiro resignado, finalmente asintió.

—Está bien, acepto la misión. Pero más vale que esto valga la pena —dijo, con una determinación renovada en su voz.

Lilith soltó una risa triunfante, sabiendo que había ganado.

—¡Excelente! Prepárate, Rokugo. El planeta "407" te espera.

La escena se desvaneció mientras Rokugo se preparaba para enfrentar su nuevo destino, con la esperanza de encontrar un propósito en medio del caos y la destrucción.

Rokugo, con una expresión de frustración y resentimiento, comenzó a desahogarse frente a las ejecutivas de Kisaragi.

—He estado en Kisaragi desde casi su fundación. Acepté las cirugías de mejoras en mi cuerpo, fui a las misiones más peligrosas, derroqué distintos gobiernos y maté a varios héroes. ¡Soy esencialmente el responsable de la conquista mundial de Kisaragi! Y en todo ese tiempo, ¿nunca me subieron de rango? —exclamó Rokugo, su voz llena de amargura.

Astaroth y Belial intercambiaron miradas incómodas, mientras Lilith observaba la escena con una sonrisa enigmática.

—Rokugo, entendemos tu frustración, pero Kisaragi tiene un modelo único —dijo Astaroth, tratando de calmarlo—. El chip que te implantamos en el cerebro te permite hablar distintos idiomas y registra tus acciones malvadas como "puntos malos", los cuales puedes canjear por cosas. Es un sistema justo.

Rokugo resopló, claramente insatisfecho con la explicación.

—Justo, ¿eh? Pues no se siente justo cuando nunca me han reconocido por todo lo que he hecho —respondió, cruzando los brazos.

Lilith, aprovechando el momento, decidió presentar a Rokugo su nueva compañera.

—Rokugo, permíteme presentarte a Alice —dijo Lilith, señalando a una androide de apariencia infantil que se encontraba de pie junto a ella—. Alice es una androide diseñada específicamente para ser tu compañera en esta misión.

Rokugo miró a Alice con desdén.

—Odio a los niños. No quiero una compañera —dijo, negándose rotundamente.

Lilith soltó una risa malvada.

—Ah, pero Alice no es una niña cualquiera. Está hecha para ser compatible contigo. Su programación está diseñada para complementar tus habilidades y necesidades —explicó Lilith, con un brillo en los ojos.

Rokugo miró a Alice con escepticismo, pero después de una breve charla, comenzó a verla con otros ojos. Alice, con su personalidad amigable y su capacidad para adaptarse a las necesidades de Rokugo, terminó cayéndole bien.

—Está bien, Lilith. Acepto a Alice como mi compañera —dijo Rokugo, finalmente convencido.

Lilith asintió, satisfecha.

—Excelente. Ahora, vamos a prepararte para la misión. Te inyectaremos unos nanorobots que mejorarán tu sistema inmune y te protegerán de cualquier enfermedad en el planeta "407" —dijo Lilith, acercándose a una mesa llena de instrumentos médicos.

Rokugo se estremeció al ver la aguja, pero se sometió a la inyección sin protestar. Una vez que los nanorobots estuvieron en su sistema, Lilith procedió a esterilizar la máquina teletransportadora.

—Y finalmente, aquí tienes tu nuevo brazalete —dijo Lilith, entregándole a Rokugo un dispositivo sofisticado—. Este brazalete tiene un mini teletransportador interno. Con él, podrás canjear tus puntos malos por cualquier cosa que necesites desde el planeta "407".

Rokugo observó el brazalete con interés, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.

—Entonces, ¿estoy listo para la misión? —preguntó, mirando a las ejecutivas.

Astaroth asintió, con una sonrisa alentadora.

—Sí, Rokugo. Estás listo. Buena suerte en el planeta "407".

Belial, con su tono autoritario, añadió:

—No nos decepciones, Rokugo. Confiamos en ti.

Rokugo asintió, determinado a cumplir con su misión. Con Alice a su lado y el nuevo brazalete en su muñeca, se preparó para enfrentar los desafíos que le esperaban en el planeta "407". La máquina teletransportadora se activó, y en un destello de luz, Rokugo y Alice desaparecieron, listos para explorar un nuevo mundo y descubrir sus secretos.

Justo antes de ser transportado, Rokugo se detuvo y miró a las ejecutivas con una expresión seria.

—Antes de irme, quiero dejar algo claro —dijo, con una voz firme—. Cuando conquiste ese planeta, quiero que me vuelvan un alto ejecutivo de Kisaragi. Y Astaroth... —añadió, mirándola directamente con un gesto que dejaba claro su deseo de casarse con ella al volver.

Astaroth se sonrojó intensamente, pero asintió con una sonrisa tímida.

—De acuerdo, Rokugo. Cuando regreses, hablaremos de ello —respondió, su voz llena de emoción.

Mientras Rokugo se preparaba para entrar en la máquina teletransportadora, Astaroth se acercó a él y le susurró al oído:

—Cuando llegues a ese mundo, es posible que tengas que seducir a doncellas para escalar en poder. Pero, por favor, de preferencia no hagas nada sexual —dijo, con una mezcla de preocupación y celos en su voz.

Rokugo sonrió y, sin dudarlo, se inclinó para besar a Astaroth como despedida. Belial y Lilith los miraron con una expresión de "continúen, hemos sabido de lo vuestro todo el tiempo".

Lilith, con una sonrisa maliciosa, añadió:

—La máquina teletransportadora ha tenido un 100% de éxito en transportar a su objetivo de destino. Pero no voy a decir cuántas pruebas hice —dijo, con un brillo enigmático en los ojos.

Sin dar más explicaciones, Lilith activó la máquina teletransportadora. En un destello de luz, Rokugo y Alice fueron teletransportados al planeta "407".

Al llegar, Rokugo y Alice se encontraron a 30,000 metros del suelo. La altitud era letal, y ambos estaban en peligro inminente. Alice, con una voz preocupada, advirtió a Rokugo:

—Rokugo, si me daño, mi reactor nuclear explotará y destruirá todo a su paso. Lilith me dio habilidades de una niña de 12 años para realismo —explicó, su voz temblando.

Rokugo, actuando rápidamente, utilizó sus puntos malos para canjear un paracaídas. Con un suspiro de alivio, lograron desplegarlo y comenzaron a descender lentamente hacia la superficie.

Aterrizaron en un desierto vasto y árido, sin rastro de civilización en kilómetros. Rokugo y Alice abandonaron el paracaídas y comenzaron a caminar, buscando alguna señal de vida en aquel mundo desconocido.

—Bueno, Alice, parece que estamos en medio de la nada —dijo Rokugo, mirando a su alrededor con una mezcla de frustración y determinación—. Pero no te preocupes, encontraremos la manera de cumplir nuestra misión.

Alice asintió, confiando en su compañero.

—Estoy segura de que lo lograremos, Rokugo. Juntos, podemos enfrentar cualquier desafío —respondió, con una sonrisa esperanzadora.

Con el sol abrasador sobre ellos y el desierto extendiéndose en todas direcciones, Rokugo y Alice comenzaron su travesía, decididos a descubrir los secretos del planeta "407" y cumplir con su misión, sin importar los obstáculos que se interpusieran en su camino.

Mientras caminaban por el desierto, Rokugo comentó:

—Alice, mientras bajábamos en el paracaídas, vi una ciudad. Todo en este planeta parece ser desértico, pero si seguimos en esta dirección, deberíamos llegar a ella.

Alice asintió, procesando la información.

—El chip en tu cabeza traducirá automáticamente el idioma extraterrestre, pero tomará un buen rato procesarlo al ser un mundo nuevo —explicó Alice, con una voz calmada.

Según avanzaban, Rokugo notó que estaban en una especie de península. A su alrededor, vieron diferentes escombros de un endurecimiento. Alice, analizando los restos, no logró identificar el material.

—Este material es desconocido para mí. No puedo procesar de qué está hecho —dijo Alice, con una expresión de confusión.

De repente, aparecieron una especie de caninos enormes. Rokugo, rápidamente, se puso en guardia y sacó sus armas de fuego, pero los disparos no parecían hacerles daño. Alice, utilizando los puntos malos de Rokugo, canjeó un rifle, pero tampoco logró herir a los caninos.

—¡Rokugo, sus heridas están sanando! ¡De sus heridas sale humo y se regeneran! —exclamó Alice, con una mezcla de sorpresa y preocupación.

Quedando pocas opciones, Rokugo activó un modo de su traje: el modo "Sin límites". Este modo le daría fuerza sobrehumana y velocidad por un minuto, pero después requeriría de tres minutos de enfriamiento. Al usarlo, Rokugo también canjeó una Bat-espada vibratoria anti-vehículos blindados Type-R: espada vibratoria omnidireccional anti-vehículos blindados Bad Sword, Type R o R-Buzzsaw. Su motor interno hacía vibrar rápidamente la hoja, lo que le permitía cortar cualquier cosa.

Con una determinación feroz, Rokugo cortó indiscriminadamente a los caninos hasta que por fin murieron, convirtiéndose en vapor al hacerlo. Alice, analizando la pelea, le dijo a Rokugo:

—Parece que su punto débil fue la nuca.

Justo cuando terminaron de luchar, vieron un grupo de mujeres caballeros acercarse. La líder de ellas se adelantó y dijo algo en un idioma que Rokugo no entendió. Rokugo esperó pacientemente a que su chip en la cabeza analizara el idioma para poder entenderla.

—Rokugo, el chip está procesando el idioma. Dame un momento —dijo Alice, concentrándose en la traducción.

La líder de las mujeres caballeros, con una expresión de curiosidad y cautela, observó a Rokugo y Alice. Después de unos momentos, el chip finalmente procesó el idioma y Rokugo pudo entender lo que la líder decía.

—¿Quiénes sois y qué hacéis en estas tierras? —preguntó la líder, con una voz firme y autoritaria.

Rokugo, con una sonrisa confiada, respondió:

—Somos viajeros de otro mundo. Venimos en busca de conocimiento y aliados. ¿Podríais ayudarnos a llegar a la ciudad?

La líder de las mujeres caballeros lo miró con una mezcla de sorpresa y desconfianza, pero finalmente asintió.

—Muy bien, viajeros. Os escoltaremos hasta la ciudad. Pero debéis saber que estas tierras están llenas de peligros —dijo, con una expresión seria.

Rokugo y Alice asintieron, agradecidos por la ayuda. Con las mujeres caballeros como escoltas, continuaron su camino hacia la ciudad, preparados para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

Alice, con una voz calmada y convincente, comenzó a inventar una historia para explicar su situación.

—Somos viajeros de una tierra lejana. Fuimos asaltados y no tenemos nada. Rokugo se golpeó la cabeza y perdió la cordura —dijo Alice, mirando a la comandante con una expresión de sinceridad.

La comandante, creyéndose la historia, asintió con una mezcla de compasión y admiración.

—Es impresionante que hayáis vencido a los "perros titán" del desierto. Soy Snow, comandante de la guardia real. Os llevaré a la ciudad y os ofreceré un empleo —dijo Snow, con una voz firme y autoritaria.

Mientras caminaban por la ciudad, Rokugo se guardó para sí mismo un análisis de la situación. Este mundo parecía haber sufrido un retroceso después de guerras, viviendo una vida medieval y desconociendo por completo la tecnología. Observó las ruinas de lo que parecía ser un tanque dañado, pero con carriles en vez de ruedas y un cañón cuya apariencia hacía obvia que fue hecho para matar seres titánicos.

Snow los llevó a la princesa Tilis Christ Ceres Tilis Reiss, quien los recibió con una expresión de curiosidad y esperanza.

—Bienvenidos a Grace, el país de la arena. Soy la princesa Tilis. Snow me ha informado de vuestra hazaña en el desierto. Es impresionante que hayáis vencido a los "perros titán" con tanta facilidad —dijo la princesa, con una voz suave y amable.

Rokugo y Alice inclinaron la cabeza en señal de respeto.

—Gracias, princesa. Estamos aquí para ayudar en lo que podamos —respondió Alice, con una sonrisa.

La princesa Tilis asintió, agradecida.

—El país se encuentra desértico desde la aparición de los demonios. Snow os ha traído para reclutaros, ya que vio la facilidad con la que Rokugo mató a esos caninos en el desierto usando un arma nueva para nosotros —explicó la princesa, con una expresión de esperanza.

Rokugo, manteniendo su análisis para sí mismo, asintió.

—Estamos dispuestos a ayudar, princesa. Pero necesitaremos tiempo para adaptarnos y entender mejor este mundo —dijo Rokugo, con una voz firme y decidida.

La princesa Tilis sonrió, satisfecha con la respuesta.

—Por supuesto, Rokugo. Tendréis todo el tiempo que necesitéis. Snow os proporcionará todo lo necesario para vuestra estancia y entrenamiento —dijo la princesa, con una voz amable.

Snow asintió, confirmando las palabras de la princesa.

—Os llevaré a vuestros aposentos y os proporcionaré todo lo necesario. Bienvenidos a Grace —dijo Snow, con una sonrisa.

Rokugo y Alice siguieron a Snow, preparados para enfrentar los desafíos que les esperaban en este nuevo mundo. Mientras caminaban por la ciudad, Rokugo no pudo evitar sentir una mezcla de curiosidad y preocupación. Este mundo, con su tecnología olvidada y sus peligros desconocidos, era un enigma que estaba decidido a resolver.

La princesa Tilis, con una expresión seria y solemne, comenzó a contarles una antigua leyenda.

—Según la leyenda, un héroe presentará el Poder Despertado. Esta habilidad se describe como "saber exactamente lo que se debe hacer". El héroe podrá manifestar la fuerza de un titán en su forma humana una vez que despierte su poder. Además, podrá obtener la experiencia en combate de sus antepasados —explicó la princesa, con una voz llena de reverencia.

Rokugo, escuchando atentamente, no pudo evitar pensar que la profecía podría ser una predicción de su llegada. Sin embargo, la princesa Tilis terminó su relato con una revelación inesperada.

—El elegido es mi hermano, el príncipe —dijo la princesa, con una sonrisa esperanzadora.

Después de una formal entrevista de trabajo para Rokugo y Alice, donde dejaron respuestas ambiguas para no revelar que eran espías, Rokugo fue contratado como el mercenario de la princesa. Con su nuevo empleo asegurado, Rokugo y Alice comenzaron a explorar la ciudad.

Mientras caminaban, se enteraron de que había una máquina que generaba agua, pero se había dañado y nadie sabía cómo funcionaba. Alice, con su conocimiento de auto-mantenimiento, se ofreció a arreglar la máquina. Con habilidad y precisión, logró repararla, pero al encenderla, la máquina pidió el ingreso de una contraseña.

Rokugo, con una sonrisa maliciosa, decidió poner de contraseña "festival del pene". La máquina, al escuchar la contraseña, comenzó a funcionar, pero la situación se complicó rápidamente. Resultó que la máquina solo funcionaba con la voz de alguien de la familia real, como la princesa Tilis o su padre, el Rey.

La princesa Tilis, al enterarse de la contraseña, se enfureció y ordenó el arresto de Rokugo. Sin embargo, gracias a su poderosa labia, Rokugo logró convencer a la princesa de que lo contratara para liderar un escuadrón. La labia de Rokugo impedía que Snow lo acusara de ser espía, ya que entonces Snow sería traidora al meter a un espía y, al atacarlo, estaría en contra de la princesa.

La princesa, después de una intensa discusión, decidió dar de baja deshonrosa de la guardia real a Snow debido a que ella había dicho que se responsabilizaría de los actos de Rokugo y Alice.

—Snow, has fallado en tu deber. Quedas relevada de tu cargo y deshonrada de la guardia real —dijo la princesa, con una voz firme y autoritaria.

Snow, con una expresión de dolor y vergüenza, aceptó su destino. Rokugo, con una sonrisa triunfante, se preparó para liderar su nuevo escuadrón, decidido a cumplir con su misión y descubrir los secretos de este mundo desértico y peligroso.

Capítulo 5: La Primera Misión

El escuadrón de Rokugo recibió su primera misión: detener a un grupo de demonios en su campamento. Este grupo era comandado por la selecta del Lord Demonio, Heine de la Flama, una hermosa mujer demonio de piel oscura con un par de cuernos que le salían de la cabeza, ojos rojos, curvas generosas y pechos grandes. Vestía un atuendo diminuto con ribetes rojos y tenía un aura extraña que la rodeaba.

Al llegar a una distancia segura del campamento, Rokugo detuvo al grupo y anunció su plan.

—No vamos a atacar el campamento directamente. Vamos a atacar los carros de provisiones para dejarlos sin comida —dijo Rokugo, con una sonrisa astuta.

Snow, con una expresión de desdén, consideró el plan una cobardía.

—Eso es una cobardía, Rokugo. Deberíamos enfrentarlos de frente —dijo Snow, con una voz firme.

Grimm, que había estado escuchando la conversación, se quedó dormida de repente, lo que enfureció a Snow.

—¡Grimm! ¡Despierta! —exclamó Snow, tratando de despertarla con sacudidas bruscas.

Rokugo, ignorando la discusión, observó los carros de alimentos transportados por orcos. Con una mirada decidida, se preparó para atacar.

—Es hora de actuar —dijo Rokugo, con una voz firme.

Sin previo aviso, Rokugo atacó a los orcos, tomándolos por sorpresa. Snow, todavía resentida por haber perdido su puesto en la guardia real, intentó matar a Rokugo en un arrebato de ira.

—¡Rokugo, eres un traidor! —gritó Snow, lanzándose hacia él con su espada.

Rose, siguiendo las órdenes de Rokugo, lanzó fuego de su boca para ahuyentar a los orcos. Aunque tenía ganas de comerse un orco, se conformó con devorar las provisiones enemigas que no se quemaron.

—¡Rose, come todo lo que puedas! —ordenó Rokugo, con una voz autoritaria.

Mientras Rose se daba un festín con las provisiones, la misma Heine de la Flama, cabalgando su grifo, se acercó al notar que las provisiones no llegaban. Su presencia imponente y su aura extraña llenaron el aire de tensión.

—¿Quién se atreve a interferir con mis provisiones? —preguntó Heine, con una voz llena de autoridad y amenaza.

Rokugo, con una sonrisa desafiante, se enfrentó a ella.

—Soy Rokugo, y este es mi escuadrón. Hemos venido a detenerte —dijo Rokugo, con una voz firme.

Heine soltó una risa burlona.

—¿Detenerme? Eso suena divertido. Veamos de qué estás hecho, Rokugo —respondió Heine, con una sonrisa maliciosa.

La batalla estaba a punto de comenzar, y el escuadrón de Rokugo se preparó para enfrentar a la poderosa Heine de la Flama y sus demonios. Con Snow aún resentida, Grimm dormida y Rose devorando provisiones, Rokugo sabía que tendría que usar toda su astucia y habilidad para salir victorioso.

Capítulo 6: El Templo de Zenarith

Camino a una cueva, Snow explicó que se trataba del templo de Zenarith. Según ella, Zenarith tenía el poder de revivir a Grimm si la dejaban en su templo con algo que tuviera aprecio por su dueño. Rose, con una expresión de tristeza, dejó su último calcetín como ofrenda.

—Espero que esto funcione —dijo Rose, con una voz llena de esperanza.

Snow, Rose y Alice se retiraron, dejando a Rokugo solo en el templo. Rokugo, curioso y escéptico, decidió quedarse para ver si la resurrección de Grimm era real.

Al caer la noche, Rokugo se sorprendió al ver que Grimm de verdad había revivido. Grimm, al despertar, se asustó al principio, pensando que Rokugo la regañaría por morir.

—¡Rokugo! ¿Estás enfadado conmigo? —preguntó Grimm, con una voz temblorosa.

Rokugo, con una sonrisa genuina, la tranquilizó.

—No, Grimm. Estoy genuinamente feliz de verte viva —dijo Rokugo, con una voz cálida.

Grimm suspiró aliviada y comenzó a explicar su situación.

—Las autoridades de Grace a menudo nos mandan a mí y a Rose a misiones suicidas con el objetivo de deshacerse de nosotras. Pero hasta ahora, nos las hemos arreglado para cumplir las misiones. Estoy acostumbrada al desprecio de los capitanes de cuadrilla por ser problemáticas. En el caso de Rose, al ser quimera, también es parte demonio, y a mí por ser adoradora de Zenarith —explicó Grimm, con una voz llena de resignación.

Grimm, con una mirada esperanzadora, le pidió a Rokugo una cita.

—Rokugo, ¿podríamos tener una cita? —preguntó Grimm, con una sonrisa tímida.

Rokugo, sorprendido pero complacido, aceptó.

—Claro, Grimm. Me encantaría —respondió Rokugo, con una sonrisa.

Con sus puntos malos, Rokugo canjeó una silla de ruedas de metal. Juntos, Rokugo y Grimm se pusieron a molestar parejas por la calle. Rokugo lo hacía por los puntos malos, y Grimm por el despecho de no tener novio. La situación se volvió caótica rápidamente.

—¡Eh, vosotros! ¡Dejad de besaros en público! —gritó Grimm, con una voz llena de ira.

Rokugo, con una risa maliciosa, se unió a ella.

—¡Sí, dejad de ser tan felices! —añadió Rokugo, con una sonrisa burlona.

La situación llegó a su punto álgido cuando Grimm, en un arrebato de ira, pateó a una policía en la cara con su pie descalzo.

—¡Tú también tienes novio! ¡No es justo! —gritó Grimm, con una voz llena de despecho.

La policía, sorprendida y dolorida, trató de detenerlos, pero Rokugo y Grimm lograron escapar, dejando un rastro de caos y risas a su paso. A pesar de la locura, Rokugo y Grimm disfrutaron de su cita, encontrando una conexión inesperada en medio del caos y la diversión.

Capítulo 7: De Regreso al Castillo

Al llegar al castillo, Rokugo y su escuadrón fueron escoltados a sus habitaciones. Debido al poco presupuesto, Rokugo compartiría habitación con Alice. Para Rokugo, fue una experiencia extraña, ya que la habitación era sorprendentemente similar a una contemporánea, con televisión, radio y electricidad. Parecía que, a pesar del retroceso tecnológico que había sufrido la civilización, habían conservado algunas cosas básicas como lujos para la gente del castillo.

—Esto es... inesperado —murmuró Rokugo, mirando a su alrededor con asombro.

Alice, con su voz calmada, asintió.

—Parece que han conservado algunas tecnologías básicas para su comodidad —dijo Alice, analizando la situación.

Rokugo y Alice procedieron a escribir su reporte de la misión de espionaje. Con el brazalete que funcionaba como teletransportador bilateralmente, enviaron el informe a Kisaragi.

—Espero que esto les dé una idea clara de lo que estamos enfrentando aquí —dijo Rokugo, mientras terminaba de escribir el reporte.

Alice asintió, concentrada en revisar los detalles.

—El informe está completo. Vamos a enviarlo —dijo Alice, activando el brazalete.

Con un destello de luz, el informe fue enviado a Kisaragi. Rokugo y Alice se miraron, satisfechos con su trabajo.

—Bueno, eso está hecho. Ahora, a descansar un poco —dijo Rokugo, estirándose en la cama.

Alice, con una sonrisa, se sentó en una silla cercana.

—Sí, ha sido un día largo. Descansa, Rokugo —dijo Alice, con una voz suave.

Rokugo cerró los ojos, sintiendo el peso del día sobre él. A pesar de las sorpresas y los desafíos, se sentía satisfecho con el progreso que habían hecho. Con Alice a su lado, se preparó para enfrentar lo que viniera a continuación, decidido a cumplir con su misión y descubrir los secretos de este mundo desértico y peligroso.

Capítulo 8: Un Nuevo Día, Nuevos Desafíos

Al día siguiente, Alice intentó obligar a Rose a comer chapulines y silicona. En la lógica de robot de Alice, Rose, como quimera o mutante, sería muy poderosa con los poderes de chapulín y tendría más espacio para más poder.

—Rose, come esto. Te hará más fuerte —dijo Alice, ofreciéndole los chapulines y la silicona.

Rose, con una expresión de disgusto, se negó rotundamente.

—¡No voy a comer eso! —exclamó Rose, cruzando los brazos.

Rokugo, con una sonrisa maliciosa, tomó a Rose de los brazos para tratar de obligarla, ilusionándose con cómo cambiaría el cuerpo de Rose con la silicona, como si se hiciera esos implantes pero de forma natural.

—Vamos, Rose. Será bueno para ti —dijo Rokugo, con una voz persuasiva.

Rose, furiosa, lanzó su aliento carmesí, dejando claro que estaba feliz con su cuerpo y que no necesitaba cambiar.

—¡Estoy feliz con mi cuerpo! —gritó Rose, con una voz llena de determinación.

Rokugo y Alice, sorprendidos por la reacción de Rose, decidieron cambiar de estrategia.

—Está bien, Rose. Iremos poco a poco metiendo ideas en tu cabeza para que seas la agente de combate de Kisaragi perfecta en el futuro —dijo Alice, con una voz calmada.

Justo en ese momento, Snow llegó furiosa.

—¡Rokugo, Grimm! Una oficial de policía nos denunció por alteración del orden público ayer. ¿En qué estabais pensando? —exclamó Snow, con una voz llena de frustración.

Rokugo y Grimm intercambiaron miradas culpables.

—Lo siento, Snow. Nos dejamos llevar un poco —dijo Rokugo, con una sonrisa avergonzada.

Snow, decepcionada, suspiró.

—Con el escuadrón que tengo, nunca voy a poder recuperar mi título de comandante de la guardia real —dijo Snow, con una voz llena de resignación.

Rokugo, sintiendo la frustración de Snow, decidió intervenir.

—Snow, no te rindas tan fácilmente. Todavía tenemos mucho que hacer y mucho que demostrar. Juntos, podemos lograr grandes cosas —dijo Rokugo, con una voz firme y decidida.

Snow lo miró, sorprendida por su determinación.

—¿De verdad crees eso? —preguntó Snow, con una voz llena de esperanza.

Rokugo asintió, con una sonrisa confiada.

—Sí, lo creo. Y estoy dispuesto a demostrarlo —dijo Rokugo, con una voz llena de convicción.

Con la moral renovada, el escuadrón de Rokugo se preparó para enfrentar los desafíos que les esperaban, decididos a cumplir con su misión y a demostrar su valía, tanto ante la princesa Tilis como ante las autoridades de Grace.

Capítulo 8: Sospechas y Confesiones

En privado, Grimm, Snow y Rose se reunieron para hablar sobre Rokugo. Grimm, con una sonrisa presumida, comenzó a contar sobre su cita con Rokugo.

—Ayer tuve una cita con Rokugo —dijo Grimm, con una voz llena de emoción.

Snow y Rose la miraron con sorpresa.

—¿Una cita? ¿Qué hicieron? —preguntó Snow, con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

Grimm soltó una risa nerviosa.

—Bueno, no fue exactamente una cita romántica. Nos dedicamos a molestar parejas en la calle. Rokugo lo hacía por los puntos malos, y yo por el despecho de no tener novio —explicó Grimm, con una voz llena de diversión.

Rose frunció el ceño, pensativa.

—Eso suena... interesante —dijo Rose, con una voz llena de escepticismo.

Snow, con una expresión seria, añadió:

—Hay algo más que debemos discutir. He notado que Rokugo tiene un comportamiento extraño con Alice. Aunque oficialmente Alice es la guardaespaldas de Rokugo, por más raro que suene, he visto múltiples observaciones de acoso sexual de Rokugo a mujeres al azar. Además, siempre se pone en las puertas y las escaleras, estorbando el paso —dijo Snow, con una voz llena de preocupación.

Grimm y Rose intercambiaron miradas de sorpresa.

—¿Crees que Rokugo es un pedófilo que va tras Alice? —preguntó Grimm, con una voz llena de incredulidad.

Snow asintió, con una expresión seria.

—Es una posibilidad que no podemos descartar. Debemos estar atentas y proteger a Alice si es necesario —dijo Snow, con una voz firme.

Rose, con una expresión de determinación, añadió:

—Estoy de acuerdo. No podemos permitir que Rokugo se aproveche de Alice. Debemos estar vigilantes y actuar si vemos algo sospechoso —dijo Rose, con una voz llena de convicción.

Con la decisión tomada, Grimm, Snow y Rose se prepararon para mantener un ojo vigilante sobre Rokugo y proteger a Alice de cualquier comportamiento inapropiado. Aunque Rokugo había demostrado ser un líder capaz y decidido, sus acciones y comportamientos sospechosos no podían ser ignorados. Juntas, se comprometieron a asegurar el bienestar de Alice y a mantener la integridad del escuadrón, preparadas para enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino.

Capítulo 9: La Torre del Poder (Continuación)

Rokugo, decidido a tomar la torre de manera discreta, propuso un plan audaz.

—Vamos a escalar la torre mientras el resto del ejército enfrenta a los demonios desde dentro —dijo Rokugo, con una voz firme.

Con sus puntos malos, Rokugo canjeó una pistola a presión para poner ganchos y escalar la torre. Se quitó su armadura de Kisaragi para tener más libertad de movimiento.

—Vamos, equipo. Es hora de escalar —dijo Rokugo, con una sonrisa confiada.

Rose y Grimm no mostraron problemas al escalar, moviéndose con agilidad y determinación. Sin embargo, Snow, después de tanto pelear en la tarde, se cansó rápidamente. Sus brazos comenzaron a temblar y casi cayó.

—¡Rokugo, ayuda! —gritó Snow, con una voz llena de pánico.

Rokugo, rápidamente, se acercó a ella y la puso en su espalda, disfrutando de la sensación de tener una mujer a quien cargar.

—No te preocupes, Snow. Te tengo —dijo Rokugo, con una voz tranquilizadora.

Grimm, que estaba escalando detrás de ellos, se preguntó por qué era la última en escalar la torre. Alice, con una sonrisa burlona, le dio una respuesta.

—Es porque eres la única del escuadrón que usa falda, Grimm. Al escalar, se te ve todo —dijo Alice, apodándola "mutante tanga tanga".

Grimm, con una expresión de vergüenza y enojo, respondió:

—¡No me llames así, Alice! ¡No me gusta! —exclamó Grimm, con una voz llena de frustración.

Rokugo, escuchando la conversación, soltó una risa.

—Vamos, Grimm. No te preocupes por eso. Concéntrate en escalar —dijo Rokugo, con una voz calmada.

Con Rokugo cargando a Snow y Grimm tratando de ignorar los comentarios de Alice, el equipo continuó su ascenso. La torre era alta y el viento soplaba con fuerza, pero la determinación de Rokugo y su equipo no flaqueó.

—Ya casi llegamos —dijo Rokugo, con una voz llena de esperanza.

Finalmente, después de un arduo esfuerzo, llegaron a la cima de la torre. Rokugo, con cuidado, dejó a Snow en el suelo y se preparó para enfrentar lo que les esperaba dentro.

—Bien, equipo. Es hora de tomar el control de la torre —dijo Rokugo, con una voz firme y decidida.

Con la torre a su alcance, Rokugo y su equipo se prepararon para enfrentar los desafíos que les esperaban dentro, decididos a cumplir con su misión y a proteger el reino de Grace de la amenaza del ejército del Lord Demonio.

Capítulo 10: El Castillo del Lord Demonio

Con el tesoro que hallaron en la torre, el equipo de Rokugo descubrió un camino secreto que conducía directamente al castillo del Lord Demonio, el lugar donde el elegido había sido llevado. En respuesta a esta amenaza, un grupo del ejército del Lord Demonio, comandado por Heine de la Flama, fue enviado para interceptarlos. El equipo de Rokugo, junto con otros escuadrones, se preparó para enfrentar esta nueva misión.

Al llegar al punto de encuentro, Snow intentó despertar a Grimm, quien aún estaba dormida en su silla de ruedas. Sin querer, Snow le dislocó el cuello al hacerla caer de su silla, sin que Rokugo se diera cuenta.

—¡Grimm, despierta! —exclamó Snow, tratando de reanimarla.

Rokugo, al escuchar el alboroto, se acercó rápidamente.

—¿Qué pasó? —preguntó Rokugo, con una voz llena de preocupación.

Snow, con una expresión de pánico, reacomodó a Grimm.

—Lo siento, Rokugo. Fue un accidente —dijo Snow, con una voz temblorosa.

Justo en ese momento, Heine apareció con una criatura titán de unos metros de altura, pero esta estaba cubierta de una armadura del mismo endurecimiento que se encontraba en escombros por toda la península. La visión del titán era aterradora.

—¡Prepárense para la batalla! —gritó Rokugo, con una voz llena de determinación.

Cada escuadrón se dirigió a enfrentar a un grupo de demonios. Rose, con una mirada decidida, se lanzó hacia el grifo de Heine, tratando de comérselo.

—¡Rose, ten cuidado! —gritó Rokugo, preocupado por su seguridad.

Snow, con una expresión de determinación, se alejó para enfrentar a Heine.

—Heine, esta vez no te dejaré escapar —dijo Snow, con una voz llena de convicción.

Grimm, aún inconsciente, no reaccionó, dejando a Rokugo solo contra el titán. El titán, con una mirada amenazante, comenzó a regenerarse de las cortaduras que había recibido.

—Esto va a ser difícil —murmuró Rokugo, con una voz llena de preocupación.

Con la batalla en pleno apogeo, Rokugo se preparó para enfrentar al titán, decidido a proteger a su equipo y a cumplir con su misión. Aunque las probabilidades estaban en su contra, Rokugo sabía que debía encontrar una manera de derrotar al titán y asegurar la victoria para su equipo.

Ante la incapacidad de hacerle daño al titán con sus armas de fuego o con fuerza bruta, Rokugo ordenó a Alice que canjeara con sus puntos malos un C4. Mientras tanto, Rokugo activó el modo "Sin límites" de su traje, lo que le dio fuerza sobrehumana y velocidad por un minuto.

—¡Alice, canjea el C4! —gritó Rokugo, con una voz llena de determinación.

Alice, con una expresión de concentración, canjeó el C4 rápidamente. Rokugo, con su fuerza y velocidad aumentadas, se lanzó hacia el titán, luchando ferozmente para inmovilizarlo.

—¡Ahora, Alice! —gritó Rokugo, mientras mantenía al titán en su lugar.

Alice, con precisión, colocó el C4 en la nuca del titán y lo lanzó al aire. La explosión sacó su endurecimiento, esparciéndolo por todos lados. Uno de los escombros golpeó a Grimm en la cara, despertándola.

—¡Ay! ¿Qué pasó? —exclamó Grimm, desorientada.

Rose, bajando del cielo, se acercó con una expresión de disgusto.

—No me gustó la carne de grifo —dijo Rose, con una voz llena de decepción.

Rokugo, con una señal, les indicó a Grimm y Rose que lo protegieran por tres minutos mientras su traje se enfriaba.

—¡Protejanme por tres minutos! —gritó Rokugo, con una voz llena de urgencia.

Snow, furiosa, se acercó con su espada rota.

—¡Heine destrozó mi espada! ¡Aún no había terminado de pagarla! —gritó Snow, con una voz llena de ira.

Heine, decepcionada de que el titán no hubiera podido vencer a Rokugo, observó la escena con una expresión de frustración.

—Parece que subestimé a Rokugo —murmuró Heine, con una voz llena de decepción.

Snow, ignorando que Rokugo no se podía mover, comenzó a exigirle que viniera a ayudarla.

—¡Rokugo, ven a ayudarme! —gritó Snow, con una voz llena de desesperación.

Rokugo, con una voz cansada, respondió:

—¡No puedo moverme, Snow! ¡Mi traje necesita enfriarse! —dijo Rokugo, con una voz llena de frustración.

Snow, sin entender la situación, gritó con ira:

—¿Cómo que no te puedes mover? —exclamó Snow, con una voz llena de incredulidad.

Heine, al escuchar la conversación, avanzó hacia ellos con una sonrisa maliciosa.

—Esto se pone interesante —dijo Heine, con una voz llena de anticipación.

Con la situación tensa y el peligro inminente, Rokugo y su equipo se prepararon para enfrentar a Heine, decididos a protegerse mutuamente y a cumplir con su misión. Aunque las probabilidades estaban en su contra, la determinación y el ingenio de Rokugo y su equipo les daban una oportunidad de victoria.

Heine, con una sonrisa maliciosa, se acercó a Rokugo, lista para matarlo. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de atacar, Grimm lanzó una maldición paralizante que duraría tres minutos. Heine, paralizada, observó con horror cómo Rokugo comenzaba a moverse nuevamente.

—¿Qué... qué vas a hacer? —preguntó Heine, con una voz llena de miedo.

Rokugo, con una sonrisa burlona, se acercó a ella.

—Tu propuesta de reclutarme en el ejército del Rey Demonio sigue en pie, ¿verdad? —dijo Rokugo, con una voz llena de interés.

Heine, tratando de mantener la calma, asintió.

—Sí, Rokugo. Puedo asignarte una vampira, una sirena o una súcubo. Lo que tú prefieras —dijo Heine, con una voz llena de desesperación.

Rokugo, al escuchar las opciones, comenzó a fantasear y perdió toda su voluntad. Caminó hacia Heine, con una expresión de deseo en su rostro.

—Dame la mano y nuestro pacto estará terminado —dijo Heine, con una voz llena de esperanza.

Rokugo, murmurando para sí mismo, dijo:

—Perdóname, Astaroth. Las voy a traicionar —dijo Rokugo, con una voz llena de culpa.

Snow, aún furiosa, se adelantó y tomó la piedra que Heine llevaba colgada, la cual era su fuente de poder. Sin ella, Heine se quedó sin suficiente poder mágico para pelear, incluso después de que la maldición paralizante de Grimm acabara.

—¡Heine, ahora eres vulnerable! —exclamó Snow, con una voz llena de satisfacción.

Heine, con una expresión de derrota, miró a Rokugo con una mezcla de miedo y resignación.

—Rokugo, por favor, no me mates —suplicó Heine, con una voz llena de desesperación.

Rokugo, con una sonrisa maliciosa, respondió:

—No te preocupes, Heine. No te mataré. Pero ahora eres mi prisionera —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Después de robarle en batalla la piedra que era la fuente de poder de Heine, Rokugo y su equipo la obligaron a posar sensualmente para una cámara. Luego, le exigieron que retirara sus fuerzas sin devolverle su piedra. Heine, asumiendo que le devolverían la piedra si colaboraba, accedió a sus demandas.

—Está bien, haré lo que me pidan —dijo Heine, con una voz llena de resignación.

Tras la misión exitosa, el equipo se dirigió a comer. La comida escaseaba, por lo que se vieron obligados a comer orcos cocinados. Rokugo, con una expresión de disgusto, miró el plato frente a él.

—No me gusta comer seres pensantes —murmuró Rokugo, con una voz llena de desagrado.

Alice no estaba en la mesa. Según Rokugo, era porque no debía desvelarse, pero en realidad, al ser un androide, Alice no podía comer y no podía revelar que eran espías.

—¿Dónde está Alice? —preguntó Snow, mirando alrededor.

Rokugo, con una sonrisa forzada, respondió:

—Está ocupada con otras tareas. No puede unirse a nosotros —dijo Rokugo, tratando de mantener la fachada.

Grimm, con una expresión de curiosidad, preguntó:

—¿Qué tipo de tareas? Nunca la veo comer con nosotros.

Rokugo, rápidamente, cambió de tema.

—No te preocupes por eso, Grimm. Disfrutemos de la comida —dijo Rokugo, tratando de desviar la atención.

Rose, con una expresión de satisfacción, comenzó a devorar su porción de orco.

—Esto está delicioso —dijo Rose, con una voz llena de entusiasmo.

Snow, con una expresión de desdén, miró su plato.

—No puedo creer que estemos comiendo esto —dijo , con una voz llena de disgusto.

Rokugo, tratando de mantener la moral alta, dijo:

—Es lo que tenemos, Snow. Debemos adaptarnos a las circunstancias.

Con la comida terminada, el equipo se preparó para enfrentar los desafíos que les esperaban. Aunque la situación era difícil y las condiciones eran duras, Rokugo y su equipo estaban decididos a cumplir con su misión y a proteger el reino de Grace. Con Heine bajo su control y la piedra de poder en su posesión, Rokugo sabía que tenían una ventaja crucial en la batalla contra el ejército del Lord Demonio.

Capítulo 12: La Tentación de Snow

Snow, llevando a Rokugo borracho a su habitación, no pudo evitar que se le escapara un comentario sobre su competencia como comandante. Grimm y Rose, aprovechando la oportunidad, comenzaron a molestar a Snow.

—¡A Snow le gusta el comandante Rokugo! —canturreó Grimm, con una sonrisa burlona.

Rose se unió a la broma, riendo.

—Sí, Snow, admítelo. Te gusta Rokugo —dijo Rose, con una voz llena de diversión.

Rokugo, demasiado borracho para entender lo que estaba pasando, solo soltó una risa ebria.

—¡Ja, ja, ja! ¡Snow, eres la mejor! —dijo Rokugo, con una voz arrastrada.

Snow, con una expresión de frustración, trató de ignorar las bromas y se concentró en llevar a Rokugo a su habitación. Mientras tanto, Grimm y Rose decidieron ir al parque a molestar a las parejas felices.

—Vamos, Rose. Tenemos una misión que cumplir —dijo Grimm, con una sonrisa maliciosa.

Rose asintió, emocionada.

—¡Sí, vamos! —dijo Rose, con una voz llena de entusiasmo.

Snow, camino a su habitación, recordó los eventos recientes. Rokugo, aquel hombre vulgar y prepotente, había ascendido rápidamente a comandante, un puesto que ella había ansiado mantener. La envidia le ardía en el pecho, especialmente al ver cómo él se burlaba de su posición y desestimaba las normas. En broma, murmuró para sí misma:

—Un día de estos, mataré al comandante —dijo Snow, con una voz llena de resentimiento.

De camino a su habitación, Snow se topó con el consejero del Rey. El consejero, con una expresión fría y calculadora, la detuvo.

—Snow, necesito hablar contigo —dijo el consejero, con una voz seria.

Snow parpadeó, confundida, pero la posibilidad de recuperar su puesto hizo que sus oídos se aguzaran.

—Estoy al pendiente de cómo ese grosero llegó de la nada y ya es comandante, mientras tú, que te has esforzado desde niña, has sido destituida otra vez —dijo el consejero, con un tono casi seductor.

Snow, tratando de mostrar humildad, respondió:

—La gloria es de todos, consejero. No busco reconocimiento personal —dijo Snow, con una voz llena de modestia.

El consejero, con una sonrisa enigmática, continuó:

—Recuerda cómo vivías cómoda cuando eras comandante. El dinero, la fama, el respeto... todo eso podría ser tuyo de nuevo —dijo el consejero, con una voz llena de tentación.

Snow, cambiando de expresión a una de ambición, comenzó a sentir cómo su voluntad se quebraba.

—Consejero, por favor, deténgase. Estoy a punto de quebrar mi voluntad —dijo Snow, con una voz llena de desesperación.

El consejero, con una sonrisa triunfante, añadió:

—Si alguien como tú pudiera aportar evidencia de la deslealtad de Rokugo, quizás podrías volver a tu merecido puesto en la guardia real. Y podrías añadir a tu unidad a los soldados que quieras —dijo el consejero, con una voz llena de promesas.

Snow, finalmente seducida por las palabras del consejero, aceptó difamar a Rokugo.

—Está bien, consejero. Lo haré —dijo Snow, con una voz llena de determinación.

El consejero le entregó un dinero "extra" con la excusa de ir a ver a Rokugo en su habitación para buscar algo con que usar. Snow, con una mezcla de ambición y culpa, se dirigió a la habitación de Rokugo.

Al llegar a la habitación, Snow escuchó a través de la puerta cómo Rokugo le decía a Alice:

—Seguramente uno de estos días la princesa me declarará sus sentimientos y entonces seré Rey. Y después de que sea Rey, Snow también se me declarará y tendré dos esposas —dijo Rokugo, con una voz llena de confianza.

Alice, con su lógica de robot, respondió:

—Eso es estadísticamente imposible. En mi simulación para predicción de eventos futuros, es algo que no va a pasar —dijo Alice, con una voz calmada.

Snow, avergonzada de la conversación que estaba espiando, decidió no hacer nada por ahora. Con una mezcla de confusión y determinación, se alejó de la puerta, decidida a esperar el momento adecuado para actuar.

Capítulo 13: La Traición y la Redención

Snow, aún espiando, escuchó una conversación fuera de contexto que estaban teniendo Alice y Rokugo. En esa conversación, ambos admitían ser espías. Snow, molesta y sorprendida, decidió delatarlos.

—¡Rokugo, Alice! ¡Sé que sois espías! —exclamó Snow, irrumpiendo en la habitación con una expresión de ira.

Rokugo y Alice se quedaron paralizados, sorprendidos por la repentina aparición de Snow.

—Snow, puedo explicarlo... —comenzó Rokugo, tratando de calmar la situación.

Snow, con una voz firme, lo interrumpió.

—No hay nada que explicar. Sois espías y debería arrestaros ahora mismo. Pero como un favor, os dejaré ir antes de que os arresten —dijo Snow, con una voz llena de determinación.

Rokugo y Alice, comprendiendo la gravedad de la situación, asintieron y se prepararon para huir.

—Gracias, Snow. No olvidaremos esto —dijo Rokugo, con una voz llena de gratitud.

Tras el ascenso de Snow a comandante, sintió una culpa abrumadora por no dejar siquiera explicarse a Rokugo y Alice. La culpa la consumía, pero sabía que había tomado una decisión que no podía revertir.

En una casa abandonada, Alice y Rokugo comenzaron a construir una máquina teletransportadora. Esta máquina sería usada para traer las fuerzas de Kisaragi de modo seguro cuando llegara el momento de la conquista. Sin embargo, debido a la limitación tecnológica del planeta, tardarían un mes en armarla.

—Esto va a llevar tiempo, Rokugo —dijo Alice, con una voz calmada.

Rokugo asintió, con una expresión de determinación.

—Lo sé, Alice. Pero debemos hacerlo. Es nuestra única oportunidad de cumplir con nuestra misión —dijo Rokugo, con una voz llena de convicción.

Mientras trabajaban en la máquina, se enteraron de que el elegido y hermano de la princesa había sido teletransportado aleatoriamente en batalla y nadie sabía dónde estaba. Sin embargo, la princesa Tilis, encapuchada para no ser reconocida por el pueblo, vino a visitarlos.

—Rokugo, Alice, necesito hablar con vosotros —dijo la princesa Tilis, con una voz llena de urgencia.

Rokugo y Alice la miraron con sorpresa.

—Princesa Tilis, ¿qué sucede? —preguntó Rokugo, con una voz llena de preocupación.

La princesa Tilis, con una expresión de tristeza, respondió:

—El Reino caerá mañana con la invasión del Lord Demonio. Necesito que difundáis donde vayáis la evidencia de que el reino de Grace existió y advirtáis a otros países —dijo la princesa Tilis, con una voz llena de desesperación.

Rokugo, comprendiendo la gravedad de la situación, asintió.

—Acepto volver a ser parte de su ejército, princesa Tilis —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

De vuelta en el ejército, Grimm y Rose se acercaron a Rokugo, curiosas por su repentina renuncia al puesto de comandante.

—Rokugo, ¿por qué renunciaste a tu puesto de comandante? —preguntó Grimm, con una voz llena de curiosidad.

Rokugo, notando que Snow no les había contado que era un espía, respondió con una sonrisa enigmática.

—Tuve mis razones, Grimm. Pero ahora estoy aquí para ayudar en lo que pueda —dijo Rokugo, con una voz llena de misterio.

Grimm y Rose intercambiaron miradas de confusión, pero decidieron no presionar más. Con la situación tensa y el peligro inminente, Rokugo y su equipo se prepararon para enfrentar los desafíos que les esperaban, decididos a cumplir con su misión y a proteger el reino de Grace de la amenaza del ejército del Lord Demonio.

Capítulo 14: La Caída del Reino

Rokugo, asignado como guardaespaldas de la princesa Tilis, observaba con atención el desarrollo de la batalla. La princesa, con una expresión de sorpresa, notó que el ejército contrario, a lo pronosticado, estaba dando una feroz batalla. Esto se debía a que, en el tiempo que Rokugo fue exiliado por ser un espía, había colocado minas en las fronteras del Reino.

—Rokugo, ¿qué está pasando? —preguntó la princesa Tilis, con una voz llena de confusión.

Rokugo, con una sonrisa enigmática, respondió:

—Coloqué minas en las fronteras del Reino, princesa. Pero aun así, el ejército de Heine es superior. Debemos huir —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

La princesa Tilis, negándose a abandonar su habitación, se aferró a las cortinas.

—¡No iré a ningún lado! ¡Huye y advierte a otros reinos de la caída del Reino de Grace! —exclamó la princesa Tilis, con una voz llena de desesperación.

Rokugo, ante la terquedad de la princesa, se acercó a ella y le dijo:

—No importa si el reino cae, si tú sobrevives, ganamos. Si necesitas ayuda para continuar tu linaje, me ofrezco de voluntario —dijo Rokugo, con una voz llena de convicción.

Ante la vergüenza, la princesa Tilis soltó la cortina. Rokugo, rápidamente, la puso en su hombro y se dirigió hacia la puerta. La princesa, pidiendo ayuda, se dio cuenta de que nadie en el castillo la ayudaría. Con una mezcla de resignación y desesperación, se dio por vencida.

—¡Ayuda! ¡Por favor, ayuda! —gritó la princesa Tilis, con una voz llena de desesperación.

Rokugo, con una expresión de determinación, abrió la puerta para salir. Justo en ese momento, vio a Snow llegando, derrotada y desesperada por ayuda.

—¡Rokugo, ayuda! —exclamó Snow, con una voz llena de desesperación.

Rokugo, sorprendido por la aparición de Snow, se detuvo por un momento. La princesa Tilis, al ver a Snow, se quedó en silencio, comprendiendo la gravedad de la situación.

—Snow, ¿qué ha pasado? —preguntó Rokugo, con una voz llena de preocupación.

Snow, con una expresión de derrota, respondió:

—El ejército de Heine es demasiado fuerte. No podemos resistir más —dijo Snow, con una voz llena de desesperación.

Rokugo, comprendiendo la situación, asintió.

—Vamos, Snow. Debemos huir —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Con la princesa Tilis en su hombro y Snow a su lado, Rokugo se preparó para enfrentar los desafíos que les esperaban. Aunque la caída del Reino de Grace era inminente, Rokugo estaba decidido a proteger a la princesa y a asegurar la supervivencia de su linaje. Con la determinación y el ingenio de Rokugo, el grupo se preparó para huir y enfrentar el futuro incierto que les esperaba.

Rokugo, con una expresión de preocupación, se dio cuenta de que se había quedado sin puntos malos. Snow, al notar su situación, se ofreció a ser maltratada para que Rokugo pudiera obtener más puntos y usar sus poderosas armas.

—Rokugo, puedes maltratarme para obtener puntos malos. Pero si me besas o me manoseas con mi consentimiento, no se te sumarán puntos —dijo Snow, con una voz llena de determinación.

Rokugo, con una sonrisa maliciosa, le quitó el calzón a Snow para ganar puntos malos. Snow, con una expresión de resignación, aceptó el sacrificio.

—Gracias, Snow. Esto nos dará una oportunidad —dijo Rokugo, con una voz llena de gratitud.

Justo en ese momento, el ejército del Lord Demonio, al notar los disparos, subió al techo del castillo junto con Heine para enfrentar a Rokugo. Sin embargo, Rokugo, canjeando sus puntos malos, obtuvo una motosierra y comenzó a cortar indiscriminadamente a todos los enemigos.

—¡Vamos, venid a mí! —gritó Rokugo, con una voz llena de determinación.

La motosierra cortó a través del ejército del Lord Demonio, matando incluso a Gadalkand de la Tierra. Solo quedaron vivas en el techo Heine, Alice, Tilis y Snow, debido a la predisposición de Rokugo a no matar mujeres.

—¡Tregua de un mes! —declaró Rokugo, con una voz llena de autoridad.

Heine, con una expresión de derrota, asintió.

—Está bien, Rokugo. Tregua de un mes —dijo Heine, con una voz llena de resignación.

Snow, con una expresión de gratitud, se acercó a Rokugo y lo besó. Rokugo, sorprendido, respondió:

—Snow, aunque eres sexy, no te veo como un interés romántico, sino como una aventura de una noche —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Snow, ofendida, se enfureció.

—¡Rokugo, eres un idiota! ¡Quiero matarte! —exclamó Snow, con una voz llena de ira.

Con la batalla terminada, Rose y Grimm se acercaron a Rokugo, abrazándolo con fuerza.

—Rokugo, por favor, no nos abandones de nuevo —dijo Rose, con una voz llena de súplica.

Grimm, con una expresión de preocupación, añadió:

—Sí, Rokugo. No nos dejes —dijo Grimm, con una voz llena de desesperación.

Rokugo, con una sonrisa tranquilizadora, respondió:

—No os preocupéis, chicas. No os abandonaré —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Con la tregua de un mes en vigor, Rokugo y su equipo se prepararon para enfrentar los desafíos que les esperaban. Aunque la situación era tensa y el futuro incierto, Rokugo estaba decidido a proteger a la princesa Tilis y a asegurar la supervivencia de su linaje. Con la determinación y el ingenio de Rokugo, el grupo se preparó para enfrentar cualquier amenaza y asegurar la victoria para el reino de Grace.

En el reporte de Alice para Kisaragi, se informó cómo Rokugo había sido descubierto como espía, pero había recuperado la confianza del reino al evitar la caída ante el ejército del Lord Demonio. Por lo cual, ahora oficialmente Kisaragi había sido contado como un ejército privado para defender el reino de Grace y había iniciado la construcción de una base para recibir más combatientes.

—Rokugo ha logrado recuperar la confianza del reino y ha evitado la caída ante el ejército del Lord Demonio. Ahora, Kisaragi ha sido reconocido oficialmente como un ejército privado para defender el reino de Grace. Hemos iniciado la construcción de una base para recibir más combatientes —dijo Alice, con una voz calmada y profesional.

El reporte terminó con una foto de Rokugo, Alice, Rose y Snow posando. Rose y Snow estaban confundidas sobre el objetivo de posar para la foto, mientras que Grimm estaba durmiendo.

—Aquí está la foto del equipo. Rokugo, Alice, Rose y Snow posando. Rose y Snow están confundidas sobre el objetivo de posar para la foto, y Grimm está durmiendo —dijo Alice, con una voz llena de diversión.

Mientras tanto, en Kisaragi, Belial y Lilith leían el reporte y molestaban a Astaroth.

—Astaroth, lo más probable es que Rokugo no regrese. Seguramente se casará con una nativa y se quedará allí —dijo Belial, con una sonrisa burlona.

Lilith, con una risa maliciosa, añadió:

—Sí, Astaroth. Rokugo encontrará a una nativa y se olvidará de ti. Es mejor que te vayas haciendo a la idea —dijo Lilith, con una voz llena de burla.

Astaroth, con una expresión de tristeza, respondió:

—No digáis eso. Rokugo regresará. Tiene que regresar —dijo Astaroth, con una voz llena de esperanza.

Belial y Lilith intercambiaron miradas de diversión, disfrutando de la incomodidad de Astaroth.

—Ya veremos, Astaroth. Ya veremos —dijo Belial, con una sonrisa enigmática.

Con el reporte enviado y la base en construcción, Rokugo y su equipo se prepararon para enfrentar los desafíos que les esperaban. Aunque la situación era tensa y el futuro incierto, Rokugo estaba decidido a proteger a la princesa Tilis y a asegurar la supervivencia de su linaje. Con la determinación y el ingenio de Rokugo, el grupo se preparó para enfrentar cualquier amenaza y asegurar la victoria para el reino de Grace.

Capítulo 15: Revelaciones y Alianzas

En una taberna oscura y llena de humo, Rokugo se sentó con Snow, Alice y Grimm. La tensión en el aire era palpable mientras Rokugo se preparaba para hacer una confesión que cambiaría todo.

—Escuchad, tengo algo importante que deciros —comenzó Rokugo, con una voz seria.

Snow, Rose y Grimm lo miraron con curiosidad y expectación.

—Soy un espía de otro planeta, enviado para conquistar este mundo. Y Alice es una androide —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Ante la falta de entendimiento, Rokugo trató de explicar mejor.

—Alice es algo así como un golem. Por eso no come —añadió Rokugo, tratando de simplificar la explicación.

Snow y Rose lo miraron como si estuviera loco, con expresiones de incredulidad y confusión.

—¿Qué estás diciendo, Rokugo? ¿Un espía de otro planeta? ¿Un golem? —preguntó Snow, con una voz llena de escepticismo.

Rose, con una expresión de desconcierto, añadió:

—Esto suena a una broma, Rokugo. No puede ser cierto —dijo Rose, con una voz llena de duda.

Solo Grimm parecía creerles, con una expresión de asombro y admiración.

—¡Ustedes son poderosos magos de otro mundo! —exclamó Grimm, con una voz llena de emoción.

Grimm tenía muchas preguntas, pero Alice la interrumpió ante su excesivo entusiasmo en la magia.

—Grimm, cálmate. No es tan simple como parece —dijo Alice, con una voz calmada.

Rokugo, con una expresión de determinación, continuó:

—El reino de Grace no caerá. Ahora que Kisaragi ha sido reconocida como una fuerza guerrillera por la princesa Tilis, tenemos una oportunidad real de defender este mundo —dijo Rokugo, con una voz llena de convicción.

Snow, aún tratando de procesar la información, preguntó:

—¿Cómo podemos confiar en ti, Rokugo? ¿Cómo sabemos que no nos estás engañando? —dijo Snow, con una voz llena de desconfianza.

Rokugo, con una sonrisa enigmática, respondió:

—No tenéis que confiar en mí, Snow. Pero os aseguro que mi objetivo es proteger este mundo y asegurar la supervivencia de la princesa Tilis y su linaje —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Rose, con una expresión de preocupación, añadió:

—Rokugo, si realmente eres un espía de otro planeta, ¿qué pasará con nosotras? ¿Qué papel jugaremos en todo esto? —preguntó Rose, con una voz llena de inquietud.

Rokugo, con una expresión de tranquilidad, respondió:

—Vosotras sois parte de mi equipo. Juntos, enfrentaremos cualquier desafío y aseguraremos la victoria para el reino de Grace. No os preocupéis, estaréis a salvo conmigo —dijo Rokugo, con una voz llena de confianza.

Grimm, con una expresión de determinación, añadió:

—Yo confío en ti, Rokugo. Sé que podemos hacerlo —dijo Grimm, con una voz llena de convicción.

Con la confesión hecha y las alianzas reforzadas, Rokugo y su equipo se prepararon para enfrentar los desafíos que les esperaban. Aunque la situación era tensa y el futuro incierto, Rokugo estaba decidido a proteger a la princesa Tilis y a asegurar la supervivencia de su linaje. Con la determinación y el ingenio de Rokugo, el grupo se preparó para enfrentar cualquier amenaza y asegurar la victoria para el reino de Grace.

Capítulo 16: Nuevas Alianzas y Conflictos

En la casa abandonada donde construyeron el teletransportador, Alice terminó de instalar internet. La conexión permitió una comunicación más fluida con Kisaragi, y Astaroth no tardó en aprovechar la oportunidad para coquetear con Rokugo.

—Rokugo, ¿cómo estás? —preguntó Astaroth, con una voz llena de coquetería.

Rokugo, con una sonrisa pícara, respondió:

—Astaroth, siempre es un placer hablar contigo. ¿Cómo están las cosas en Kisaragi? —dijo Rokugo, con una voz llena de interés.

Astaroth, con una expresión de celos, añadió:

—Estoy celosa, Rokugo. ¿Por qué te niegas a regresar a tu tierra? Según tu reporte, estás en ese planeta caluroso con tres lindas chicas —dijo Astaroth, con una voz llena de envidia.

Rokugo, con una risa burlona, respondió:

—Astaroth, no te preocupes. Solo estoy cumpliendo con mi misión. Pero siempre pienso en ti —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Con el teletransportador listo, Rokugo y su equipo recibieron un refuerzo inesperado: el hombre tigre, un mutante amigo de Rokugo, que sería su refuerzo en las misiones venideras.

—Bienvenido, hombre tigre. Nos vendrá bien tu ayuda —dijo Rokugo, con una voz llena de gratitud.

Después de una misión cazando una langosta titánica, fueron advertidos de la tribu salvaje Kachiwari. El Rey huyó después de negarse a decir la contraseña que Rokugo le puso al hidrogenerador: "Festival del pene". La princesa Tilis, al negarse también a decirlo, mandó a Rokugo y las chicas al país vecino a negociar agua.

En el país vecino, Rose se puso a comer la comida de la recepción, mientras Grimm y Snow intentaban torpemente seducir a los príncipes del país. El príncipe menor, en particular, se interesó en Grimm y le preguntó por qué no traía zapatos.

—¿Por qué no traes zapatos? —preguntó el príncipe menor, con una voz llena de curiosidad.

Grimm, con una expresión de resignación, respondió:

—Por motivos religiosos —dijo Grimm, con una voz llena de seriedad.

Tras enterarse de que el príncipe menor tenía novia, Grimm se decepcionó y quiso maldecirlo con empaparse, pero la maldición le rebotó.

—¡Maldición! —exclamó Grimm, con una voz llena de frustración.

Heine y un quimera niño llamado Russel también estaban en ese reino buscando una alianza. Rokugo, en una exhibición de fuerza, terminó en guerra con ese país también.

—Rokugo, ¿qué has hecho? —preguntó Snow, con una voz llena de preocupación.

Rokugo, con una sonrisa maliciosa, respondió:

—Solo estoy asegurando nuestra posición, Snow. No te preocupes, tengo un plan —dijo Rokugo, con una voz llena de confianza.

Con la situación tensa y el futuro incierto, Rokugo y su equipo se prepararon para enfrentar los desafíos que les esperaban. Aunque la guerra con el país vecino era inminente, Rokugo estaba decidido a proteger a la princesa Tilis y a asegurar la supervivencia de su linaje. Con la determinación y el ingenio de Rokugo, el grupo se preparó para enfrentar cualquier amenaza y asegurar la victoria para el reino de Grace.

Capítulo 17: El Desierto y el Rey de la Arena

Después de que la princesa Tilis diera de baja deshonrosa a Snow de la guardia real por lo sucedido en el otro país, Rokugo y las chicas se encontraban en un auto safari que Rokugo había canjeado. Grimm, emocionada por la velocidad, no tuvo cuidado y, en un mal bache, salió volando del auto.

—¡Grimm! —gritó Rokugo, tratando de detener el auto.

Pero fue demasiado tarde. Grimm cayó al suelo y fue atacada por lobos titán, muriendo en el acto. Rokugo, con una expresión de preocupación, se apresuró a revivirla.

—Grimm, despierta —dijo Rokugo, con una voz llena de urgencia.

Grimm, reviviendo, se levantó lentamente, con una expresión de dolor.

—¿Qué pasó? —preguntó Grimm, con una voz llena de confusión.

Rokugo, con una sonrisa de alivio, respondió:

—Te caíste del auto y fuiste atacada por lobos titán. Pero ya estás bien —dijo Rokugo, con una voz llena de tranquilidad.

Con Grimm revivida, el grupo continuó su misión en busca de unas nueces de agua que supuestamente crecían en el desierto y tenían comprimido agua. Después de un largo rato de búsqueda, Rokugo se tomó un descanso.

—Necesito un descanso —dijo Rokugo, con una voz llena de cansancio.

Alice, con una expresión de seriedad, comenzó a discutir con Grimm sobre la realidad de las maldiciones.

—Grimm, las maldiciones no son reales —dijo Alice, con una voz llena de convicción.

Grimm, con una expresión de terquedad, insistió:

—Sí lo son, Alice. Yo las he visto —dijo Grimm, con una voz llena de determinación.

Rokugo, con una sonrisa maliciosa, se le ocurrió una idea. Tomó a Grimm de los brazos y la sometió.

—Alice, canjea un par de zapatos para Grimm —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Grimm, retorciéndose, rogó:

—¡No, por favor! ¡Si me ponen zapatos, explotaré! —dijo Grimm, con una voz llena de desesperación.

Grimm incluso cabeceó contra la nariz de Rokugo, resistiéndose con todas sus fuerzas. En ese momento, antes de colocarle los zapatos, algo salió de la tierra. Era el Rey de la Arena, un topo gigante que vivía en el desierto.

—¿Qué es eso? —preguntó Snow, con una voz llena de sorpresa.

Rokugo, con una expresión de asombro, respondió:

—Es el Rey de la Arena —dijo Rokugo, con una voz llena de incredulidad.

El Rey de la Arena, con un rugido ensordecedor, emergió completamente del suelo, revelando su enorme tamaño y su aspecto aterrador. Rokugo y su equipo se prepararon para enfrentar esta nueva amenaza, decididos a protegerse mutuamente y a cumplir con su misión.

—¡Preparaos para luchar! —gritó Rokugo, con una voz llena de determinación.

Con la aparición del Rey de la Arena, la misión en el desierto se volvió aún más peligrosa. Pero Rokugo y su equipo estaban listos para enfrentar cualquier desafío y asegurar la victoria para el reino de Grace.

Capítulo 18: El Festival de los No-Muertos

Después de diversas batallas, Rokugo y su equipo lograron tomar como prisionero a Russel, el niño quimera. Además, trajeron pedazo a pedazo una araña robot de Kisaragi, el Destructor, el cual usaron como defensa. La situación en el desierto se había vuelto más segura, pero aún quedaban muchos desafíos por enfrentar.

Grimm, con una expresión de preocupación, se acercó a Rokugo.

—Rokugo, necesito tu ayuda con el Festival de los No-Muertos —dijo Grimm, con una voz llena de súplica.

Rokugo, con una sonrisa maliciosa, respondió:

—¿El Festival de los No-Muertos? ¿Qué necesitas? —preguntó Rokugo, con una voz llena de curiosidad.

Grimm, con una expresión de determinación, dijo:

—Haré lo que sea con tal de que me ayudes —dijo Grimm, con una voz llena de convicción.

Rokugo, con una ceja levantada, advirtió:

—¿Lo que sea? Si piensas pagarme con un mugre beso como lo intentó Snow, lo lamentarás —dijo Rokugo, con una voz llena de advertencia.

Grimm, asustada, dudó por un momento, preguntándose si era buena idea pedirle ayuda a Rokugo.

—Bueno, la primera cosa que necesito es que me traigas muñecos de peluche —dijo Grimm, con una voz llena de esperanza.

Rokugo, con una sonrisa enigmática, respondió:

—Claro, Grimm. Te traeré lo que necesitas —dijo Rokugo, con una voz llena de confianza.

Rokugo, utilizando su brazalete, canjeó una muñeca de Kisaragi. La muñeca, espantosa a propósito, no le gustó a Grimm.

—¡Rokugo, esta muñeca es horrible! —exclamó Grimm, con una voz llena de decepción.

Rokugo, con una risa burlona, respondió:

—Lo siento, Grimm. Es lo mejor que pude conseguir —dijo Rokugo, con una voz llena de diversión.

Grimm, con una expresión de resignación, suspiró.

—Está bien, Rokugo. Supongo que tendré que conformarme con esto —dijo Grimm, con una voz llena de resignación.

Con la muñeca en mano, Grimm se preparó para el Festival de los No-Muertos. Aunque la muñeca no era lo que esperaba, estaba decidida a hacer lo mejor posible. Rokugo, con una sonrisa enigmática, observó a Grimm, sabiendo que aún había mucho por hacer para asegurar la victoria para el reino de Grace.

—No te preocupes, Grimm. Todo saldrá bien —dijo Rokugo, con una voz llena de confianza.

Con la determinación y el ingenio de Rokugo, el grupo se preparó para enfrentar los desafíos que les esperaban. Aunque la situación era tensa y el futuro incierto, Rokugo estaba decidido a proteger a la princesa Tilis y a asegurar la supervivencia de su linaje. Con la ayuda de Grimm y el resto del equipo, Rokugo se preparó para enfrentar cualquier amenaza y asegurar la victoria para el reino de Grace.

Capítulo 19: El Festival de los No-Muertos y la Revelación de Grimm

Grimm, mientras tejía unos peluches a mano, le explicó a Rokugo la importancia del Festival de los No-Muertos.

—En el Festival de los No-Muertos, Lord Zenarith permite que los espíritus vuelvan a la tierra. Pero no puede permitir que habiten cuerpos, por eso tejo estos peluches. Deben ser amigables de diseño para que puedan convivir con el pueblo y reunirse con sus familiares —dijo Grimm, con una voz llena de concentración.

Rokugo, observando a Grimm con curiosidad, respondió:

—Entiendo, Grimm. Es una tarea importante. ¿Necesitas ayuda con algo más? —preguntó Rokugo, con una voz llena de interés.

Grimm, con una sonrisa de agradecimiento, respondió:

—Gracias, Rokugo. Por ahora, estoy bien. Solo necesito terminar estos peluches —dijo Grimm, con una voz llena de determinación.

De pronto, unos zombies emergieron del suelo, sorprendiendo a todos. Grimm, con una expresión de preocupación, intentó controlarlos con su autoridad de sacerdotisa de Zenarith.

—¡Deteneos! ¡Soy la sacerdotisa de Zenarith! —gritó Grimm, con una voz llena de autoridad.

Pero los zombies no le hicieron caso. Grimm, con una expresión de vergüenza, se vio obligada a confesarle a Rokugo su secreto.

—Rokugo, debo confesarte algo. Yo... yo soy un cadáver reanimado —dijo Grimm, con una voz llena de vergüenza.

Rokugo, sorprendido, respondió:

—¿Qué? ¿Cómo es posible? —preguntó Rokugo, con una voz llena de incredulidad.

Grimm, con una expresión de resignación, continuó:

—Es la verdad. Y ahora debo hacer un exorcismo en área para eliminar a los zombies —dijo Grimm, con una voz llena de determinación.

Grimm, con una expresión de concentración, realizó el exorcismo. Los zombies desaparecieron, pero el exorcismo también mató a Grimm. Rokugo, rápidamente, llevó a Grimm al templo de Zenarith para que la revivieran.

—¡Rápido, debemos llevar a Grimm al templo de Zenarith! —gritó Rokugo, con una voz llena de urgencia.

Mientras tanto, Rokugo, debido a que tenía prohibido acosar señoritas, se le ocurrió que podía obtener puntos malos si se infiltraba en la habitación de la princesa Tilis mientras dormía. Para su sorpresa, funcionó. Obtuvo puntos malos solo estando allí sin que la princesa despertara.

—Esto es increíble. Estoy obteniendo puntos malos solo por estar aquí —murmuró Rokugo, con una voz llena de asombro.

apítulo 20: Confesiones y Estrategias

Al día siguiente, Rokugo se encontraba en un bar, coqueteando con una chica. De repente, Grimm entró al bar, celosa y decidida a interrumpir la conversación.

—¡Rokugo es mío! —exclamó Grimm, con una voz llena de celos.

La chica, sorprendida, se levantó y se fue sin decir una palabra. Grimm, con una expresión de satisfacción, se sentó frente a Rokugo y le compró una cerveza.

—Aquí tienes, Rokugo. No te vayas —dijo Grimm, con una voz llena de determinación.

Grimm, con una expresión de preocupación, comenzó a hablar sobre los no-muertos.

—Rokugo, extrañamente los no-muertos no me están haciendo caso. No sé qué está pasando —dijo Grimm, con una voz llena de confusión.

Rokugo, ignorando a Grimm, cambió de tema.

—Snow está en quiebra y pronto se dedicará a vender pasteles con forma de pechos —dijo Rokugo, con una voz llena de diversión.

Grimm, frustrada, trató de mantener la atención de Rokugo.

—Rokugo, esto es serio. Necesito tu ayuda —dijo Grimm, con una voz llena de súplica.

Rokugo, con una sonrisa maliciosa, tomó la copa que Grimm le había invitado y se la envió a otra señorita del bar. Grimm, enojada, se levantó de su silla de ruedas.

—¡Rokugo, no coquetees con otras mujeres teniéndome a mí! —exclamó Grimm, con una voz llena de ira.

Grimm, con una expresión de desesperación, confesó:

—Rokugo, te amo. No puedo soportar verte con otras mujeres —dijo Grimm, con una voz llena de sinceridad.

Rokugo, sin inmutarse, respondió:

—Lo siento, Grimm. No me importa —dijo Rokugo, con una voz llena de indiferencia.

Rokugo, con una sonrisa burlona, puso seguro a la silla de ruedas de Grimm y se fue, dejándola atrás. La chica a la que Rokugo había invitado, que resultó ser lesbiana, malinterpretó la situación y pensó que Grimm le estaba invitando.

En las noches, Rokugo y otro agente de Kisaragi, el agente 10, se metían a escondidas al cuarto de la princesa Tilis para hacer parrillada sin que ella despertara, obteniendo puntos malos fácilmente.

—Esto es increíble, Rokugo. Estamos obteniendo puntos malos sin que la princesa despierte —dijo el agente 10, con una voz llena de asombro.

Rokugo, con una sonrisa de satisfacción, respondió:

—Sí, es una estrategia perfecta. Así podremos obtener más armas y recursos para nuestra misión —dijo Rokugo, con una voz llena de confianza.

Capítulo 21: El Mercado y la Ira de Grimm

Al día siguiente, Rokugo y Rose estaban en el mercado, observando a los diferentes peluches poseídos reuniéndose con sus familias. Alice, con una expresión de escepticismo, seguía creyendo que todo era un truco.

—Esto es solo un truco, Rokugo. No puede ser real —dijo Alice, con una voz llena de incredulidad.

Grimm, furiosa por cómo Rokugo la había abandonado la noche anterior después de que ella se declarara, se acercó a ellos con una expresión de ira.

—¡Rokugo, eres un idiota! ¿Cómo pudiste dejarme así? —exclamó Grimm, con una voz llena de enojo.

Rokugo, ignorando a Grimm, se fijó en un niño que le molestaba y trató de golpearlo. Esto causó la ira de los peluches poseídos, quienes comenzaron a atacar a Rokugo.

—¡Deteneos! ¡Soy la sacerdotisa de Zenarith! —gritó Grimm, tratando de darles una amonestación.

Pero los peluches no le hicieron caso. Grimm, confundida, no entendía por qué no le obedecían, ya que se suponía que firmaban un contrato de no agresión al volver al mundo por el festival.

—¿Por qué no me hacen caso? ¡Se supone que firmaron un contrato de no agresión! —exclamó Grimm, con una voz llena de desesperación.

Para salvar a Rokugo, Grimm realizó un exorcismo en área. Los peluches desaparecieron, pero el exorcismo también mató a Grimm. Rokugo, con una expresión de preocupación, decidió no revivirla esta vez hasta que acabara el festival.

—Grimm, lo siento. Pero no puedo revivirte ahora. No hasta que acabe el festival —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Rokugo, con una expresión de seriedad, se dirigió a Alice y Rose.

—Debemos seguir adelante. No podemos permitir que esto nos detenga —dijo Rokugo, con una voz llena de convicción.

Capítulo 22: Nuevas Estrategias y Alianzas

Al día siguiente, el agente 10 fue descubierto tratando de ir al baño en la habitación de la princesa Tilis. Esto significaba que Rokugo ya no podría irse a escondidas a la habitación de la princesa para ganar puntos malos.

—Rokugo, el agente 10 fue descubierto. No podemos seguir yendo a la habitación de la princesa —dijo Alice, con una voz llena de preocupación.

Rokugo, con una expresión de frustración, respondió:

—Maldición. Tendremos que encontrar otra manera de obtener puntos malos —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Rokugo, con una sonrisa maliciosa, decidió hacer que arrestaran a Snow al abrir un negocio ilegal de comida.

—Snow, estás arrestada por abrir un negocio ilegal de comida —dijo Rokugo, con una voz llena de autoridad.

Snow, con una expresión de sorpresa, respondió:

—¿Qué? ¡No es justo! —exclamó Snow, con una voz llena de indignación.

Rokugo, con una sonrisa burlona, continuó:

—Lo siento, Snow. Son las reglas —dijo Rokugo, con una voz llena de diversión.

Rokugo también hizo que Rose se fuera a vivir con un abuelo que había perdido a su mascota. Rose, con una expresión de resignación, se metió en un disfraz de perro para fingir ser el gorila mascota del viejo, poseyendo el peluche.

—Rose, ve con el viejo. Te recordará a tu abuelo —dijo Rokugo, con una voz llena de convicción.

Rose, con una expresión de tristeza, respondió:

—Está bien, Rokugo. Lo haré —dijo Rose, con una voz llena de resignación.

Grimm, furiosa, llegó a confrontar a Rokugo.

—¡Rokugo, no me reviviste la última vez y no has ayudado en nada! —exclamó Grimm, con una voz llena de ira.

Rokugo, con una sonrisa enigmática, respondió:

—Grimm, sé que estás molesta. Pero tengo una propuesta para ti —dijo Rokugo, con una voz llena de misterio.

Grimm, con una expresión de curiosidad, preguntó:

—¿Qué propuesta? —dijo Grimm, con una voz llena de intriga.

Rokugo, con una sonrisa maliciosa, continuó:

—¿Qué tal si te compro un collar? —dijo Rokugo, con una voz llena de tentación.

Grimm, con una expresión de enamoramiento, respondió:

—¿Un collar? ¡Sí, por favor! —dijo Grimm, con una voz llena de emoción.


Capítulo 24: El Contrato y la Promesa

Grimm, con lágrimas en los ojos, se puso a llorar de desilusión.

—La última vez que alguien me amó fue un amigo de la infancia. Nadie me querrá porque soy una no-muerta sirviente de Zenarith —dijo Grimm, con una voz llena de tristeza.

Rokugo, nunca había visto a Grimm tan triste. Ni siquiera tenía el entusiasmo necesario para molestar a las parejas felices. Ver a Grimm tan destrozada le dio lástima a Rokugo.

—Grimm, no digas eso. Eres una persona valiosa y especial —dijo Rokugo, con una voz llena de compasión.

Rokugo, al notar que romperle el corazón a Grimm por accidente le había dado puntos malos, se le ocurrió una idea.

—Grimm, ¿qué tal si hacemos un trato? Si ninguno de los dos se casa en 10 años, nos casamos ambos —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Grimm, con una expresión de sorpresa, respondió:

—¿En serio, Rokugo? ¿Harías eso por mí? —preguntó Grimm, con una voz llena de esperanza.

Grimm, rápidamente, sacó un contrato prematrimonial.

—Aquí está el contrato. Si ambos lo firmamos, nos comprometemos a casarnos en 10 años con las respectivas cláusulas —dijo Grimm, con una voz llena de entusiasmo.

Rokugo, con una sonrisa enigmática, firmó el contrato con sangre. Grimm también firmó y lo sellaron con magia.

—Está hecho, Grimm. Ahora estamos comprometidos —dijo Rokugo, con una voz llena de seriedad.

Grimm, con una expresión de felicidad, respondió:

—Gracias, Rokugo. Esto significa mucho para mí —dijo Grimm, con una voz llena de gratitud.

Rokugo, con una expresión de sinceridad, añadió:

—Pero no te ilusiones, Grimm. Yo ya amo a alguien —dijo Rokugo, refiriéndose a Astaroth, aunque no mencionó su nombre.

Grimm, con una sonrisa triste, respondió:

—No importa, Rokugo. Seguro ninguna otra chica te querrá —dijo Grimm, con una voz llena de resignación.

Capítulo 26: La Verdad y el Compromiso

Grimm, con una expresión de incredulidad, se negaba a aceptar que se había "suicidado" al removerse la bendición de Zenarith.

—No puede ser verdad. No me suicidé —dijo Grimm, con una voz llena de negación.

No fue hasta que vio que el collar y el contrato prematrimonial no estaban que se dio cuenta de que era verdad. Grimm, con una expresión de frustración, gritó:

—¡No puede ser! ¡Es verdad! —exclamó Grimm, con una voz llena de desesperación.

Rokugo, dándose cuenta de que todo el tiempo que estuvo "comprometido" con Grimm había obtenido puntos malos sin hacer nada, se le ocurrió una idea.

—Grimm, ¿qué tal si somos novios de verdad? —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Grimm, con una expresión de sorpresa, respondió:

—¿En serio, Rokugo? ¿Harías eso por mí? —preguntó Grimm, con una voz llena de esperanza.

Rokugo, con una sonrisa enigmática, continuó:

—Pero hay reglas. Debes seguirlas —dijo Rokugo, con una voz llena de seriedad.

Grimm, con una expresión de curiosidad, preguntó:

—¿Qué reglas? —dijo Grimm, con una voz llena de intriga.

Rokugo, con una expresión de autoridad, respondió:

—Primero, debes llamarme comandante. Segundo, no nos daremos muestras de afecto en público. Y tercero, no quiero que la gente sepa que somos novios —dijo Rokugo, con una voz llena de firmeza.

Grimm, necesitada de amor, aceptó las condiciones.

—En verdad estás enamorado de mí? ¿De veritas? ¿De veritas? —dijo Grimm, con una voz llena de incredulidad.

Grimm, respondiéndose a sí misma, continuó:

—No puedo creerlo. El comandante está enamorado de mí y quiere a una chica como yo. Pensé que este día jamás llegaría —dijo Grimm, con una voz llena de emoción.

Capítulo 27: Celos y Confusiones

Rokugo, sentado en su escritorio, comenzó a escribir su reporte para Kisaragi.

—Estoy en una misión de seducir a una nativa para obtener información. Por el momento, me he comprometido con ella —escribió Rokugo, con una voz llena de seriedad.

En Kisaragi, Astaroth leyó el reporte y sintió una punzada de celos.

—¿Qué? ¿Rokugo se ha comprometido con una nativa? —exclamó Astaroth, con una voz llena de celos.

Belial y Lilith, al ver la reacción de Astaroth, decidieron restregarle en la cara que ella le había dado permiso si era necesario para la misión.

—Astaroth, tú misma le diste permiso si era necesario para la misión —dijo Belial, con una voz llena de burla.

Lilith, con una sonrisa maliciosa, añadió:

—Sí, Astaroth. No puedes estar celosa ahora —dijo Lilith, con una voz llena de diversión.

Astaroth, tratando de reconfortarse, se dijo a sí misma:

—Solo es por trabajo. En cuanto ella vaya, Rokugo romperá con ella —dijo Astaroth, con una voz llena de esperanza.

Para más desilusión de Astaroth, cuando Rokugo informó que la base estaba lista, pidió que fuera Lilith quien fuera a supervisarla en vez de ella.

—Lilith, necesito que vayas a supervisar la base —dijo Rokugo, con una voz llena de autoridad.

Astaroth, con una expresión de decepción, respondió:

—¿Por qué Lilith? ¿Por qué no yo? —preguntó Astaroth, con una voz llena de tristeza.

Mientras tanto, en el planeta, Rokugo estaba en un picnic con Grimm. Grimm, con una sonrisa traviesa, le dijo:

—Rokugo, abre la boquita —dijo Grimm, con una voz llena de diversión.

Rokugo, con una expresión de curiosidad, abrió la boca. Pero Grimm, como broma, se comió lo que le iba a dar.

—¡Ja, ja, ja! ¡Te engañé! —dijo Grimm, con una voz llena de risa.

Rokugo, molesto, le puso el plato a Grimm en la cara.

—¡Grimm, no juegues con la comida! —exclamó Rokugo, con una voz llena de irritación.

Grimm, con una expresión de arrepentimiento, respondió:

—Lo siento, Rokugo. No volveré a hacerlo —dijo Grimm, con una voz llena de disculpa.

Capítulo 28: La Llegada de Lilith y la Demostración de Poder

Lilith, al llegar al planeta, se dio cuenta de que Rokugo había pedido que fuera ella y no Astaroth porque Grimm, su "prometida", en realidad no era una chica de la realeza ni alguien cuyo enamoramiento importara en la conquista.

—Rokugo, ¿por qué pediste que viniera yo y no Astaroth? —preguntó Lilith, con una voz llena de curiosidad.

Rokugo, con una sonrisa enigmática, respondió:

—Grimm no es una chica de la realeza ni alguien cuyo enamoramiento importe en la conquista —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Lilith, con una risa burlona, respondió:

—No le diré nada a Astaroth, pero cuando se entere, te va a matar —dijo Lilith, con una voz llena de diversión.

Con la llegada de Lilith, comenzaron las operaciones. Lilith no era querida entre los agentes, ya que todos tenían el trauma de la cirugía de mejora corporal que les había hecho. A pesar de esto, Lilith construyó un satélite que serviría como arma.

Rose, con una expresión de preocupación, le contó a Rokugo:

—Rokugo, es posible que el Rey Demonio sepa de nuestro origen —dijo Rose, con una voz llena de preocupación.

Lilith, con una expresión de determinación, decidió tomar medidas.

—Debemos actuar rápido. Vamos a demostrar el poder de Kisaragi —dijo Lilith, con una voz llena de convicción.

Lilith, Rokugo y Rose tomaron un avión y llegaron al territorio del Rey Demonio. Heine, al verlos, intentó enfrentarlos, pero Lilith, con sus tentáculos mecánicos, demostró ser mucho más poderosa.

—Heine, no tienes ninguna oportunidad contra mí —dijo Lilith, con una voz llena de confianza.

Heine, con una expresión de derrota, admitió no saber dónde estaba el Rey Demonio.

—No sé dónde está el Rey Demonio —dijo Heine, con una voz llena de resignación.

Lilith, con una sonrisa maliciosa, pidió una ubicación para mostrar el poder de Kisaragi.

—Dame una ubicación para mostrar el poder de Kisaragi —dijo Lilith, con una voz llena de autoridad.

Heine, con una expresión de miedo, dio las coordenadas de una "torre vacía". Lilith, con una sonrisa de satisfacción, destruyó la torre con el poder del satélite.

—Esto es solo una muestra de lo que Kisaragi puede hacer —dijo Lilith, con una voz llena de orgullo.

Con la demostración de poder completada, Lilith, Rokugo y Rose regresaron a la base de Kisaragi sin respuestas, pero con el mensaje del poder de Kisaragi entregado al ejército del Lord Demonio.

—Hemos demostrado nuestro poder. Ahora saben de lo que somos capaces —dijo Lilith, con una voz llena de satisfacción.

Rokugo, con una expresión de determinación, respondió:

—Sí, Lilith. Ahora debemos estar preparados para cualquier represalia —dijo Rokugo, con una voz llena de convicción.

Capítulo29: Celos y Confrontaciones

Grimm, con una expresión de ira y celos, se acercó a Rokugo.

—¿Cómo pudiste irte a enfrentar al Rey Demonio sin llevarme contigo? —preguntó Grimm, con una voz llena de enojo.

Rokugo, con una expresión fría, respondió:

—Grimm, eres débil en las mañanas y tampoco sabes dónde vive el Rey Demonio. No podía llevarte —dijo Rokugo, con una voz llena de indiferencia.

Grimm, con una expresión de decepción, respondió:

—Pero soy tu prometida. Deberías haberme llevado —dijo Grimm, con una voz llena de tristeza.

Rokugo, con una expresión de seriedad, continuó:

—La construcción de la ciudad está lista. Eso es lo importante ahora —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Lilith, con una sonrisa enigmática, se dirigió a la máquina teletransportadora para volver a Kisaragi.

—Ha sido un placer trabajar con vosotros. Nos vemos en Kisaragi —dijo Lilith, con una voz llena de diversión.

En Kisaragi, Lilith entró en combate con Belial y Astaroth. Belial, con una expresión de incredulidad, preguntó:

—¿Cómo que has estado de vacaciones? ¡Se supone que estabas trabajando! —exclamó Belial, con una voz llena de ira.

Astaroth, con una expresión de decepción, añadió:

—Lilith, esto no es un juego. Estamos en una misión importante —dijo Astaroth, con una voz llena de seriedad.

Lilith, con una sonrisa burlona, respondió:

—Relájate, Astaroth. Todo está bajo control. Rokugo y yo hemos demostrado el poder de Kisaragi —dijo Lilith, con una voz llena de confianza.

Belial, con una expresión de frustración, continuó:

—Eso no es suficiente, Lilith. Necesitamos resultados concretos —dijo Belial, con una voz llena de determinación.

Astaroth, con una expresión de preocupación, añadió:

—Lilith, esto es serio. No podemos permitirnos errores —dijo Astaroth, con una voz llena de convicción.

Lilith, con una sonrisa enigmática, respondió:

—No os preocupéis. Todo saldrá bien. Confía en mí —dijo Lilith, con una voz llena de seguridad.

Capítulo 30: Órdenes y Confesiones

Al día siguiente, en una llamada, Astaroth ordenó a Rokugo regresar a la Tierra.

—Rokugo, debes regresar a la Tierra inmediatamente —dijo Astaroth, con una voz llena de autoridad.

Rokugo, con una expresión de desafío, respondió:

—Lo siento, Astaroth, pero una orden de ese nivel debe ser unánime entre las ejecutivas de Kisaragi —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Lilith, envuelta en sus propios tentáculos y colgada en la pared, dijo rendida:

—Doy la orden de que Rokugo regrese —dijo Lilith, con una voz llena de cansancio.

Rokugo, con una sonrisa burlona, respondió:

—Obviamente, Lilith no está diciendo eso por su propia voluntad. No puedo aceptar esa orden —dijo Rokugo, con una voz llena de confianza.

Rokugo colgó la videollamada, dejando a Astaroth y Lilith en un estado de frustración.

Mientras tanto, Rokugo estaba en una cita con Grimm. Grimm, en un momento de sinceridad, confesó:

—Rokugo, sé que solo me estás usando y que no me amas. Pero yo sí te amo, y aunque sea una farsa, soy feliz —dijo Grimm, con una voz llena de sinceridad.

Grimm, tratando de hacer que funcionara, continuó:

—Estoy dispuesta a darme besos o hacer cosas más fuertes. Estoy comprometida a enamorarte, Rokugo —dijo Grimm, con una voz llena de determinación.

Rokugo, al escuchar una declaración de amor tan sincera y no correspondida, recibió puntos malos. Con una expresión de sorpresa, Rokugo se dio cuenta de la profundidad de los sentimientos de Grimm.

—Grimm, no sé qué decir —dijo Rokugo, con una voz llena de asombro.

Grimm, con una sonrisa triste, respondió:

—No tienes que decir nada, Rokugo. Solo quiero que sepas cómo me siento —dijo Grimm, con una voz llena de sinceridad.

Capítulo 31: Nuevas Alianzas y Decisiones

En la tarde, Snow y Rokugo estaban recolectando huevos de una especie del bosque. Estos huevos, aunque explotaban con relativa facilidad, se vendían bien. Con el dinero obtenido, decidieron celebrar en la noche.

—Snow, estos huevos se venden bien. Con este dinero, podemos celebrar esta noche —dijo Rokugo, con una voz llena de entusiasmo.

Snow, con una sonrisa, respondió:

—Suena bien, Rokugo. Nos merecemos una celebración —dijo Snow, con una voz llena de alegría.

En el bar, Rose admitió haber renunciado al ejército de Grace para dedicarse tiempo completo a Kisaragi.

—He renunciado al ejército de Grace para dedicarme tiempo completo a Kisaragi —dijo Rose, con una voz llena de determinación.

Grimm, con una expresión de sorpresa, respondió:

—¿En serio, Rose? Yo también renunciaré en mi próximo sueldo al ejército de Grace. Quiero unirme a Kisaragi —dijo Grimm, con una voz llena de esperanza.

Rokugo, con una expresión de confusión, no tenía idea de cómo aceptar a Grimm. Ante la insistencia de Grimm, Alice intervino.

—Grimm, te aceptamos en Kisaragi con el apodo de "mujer mutante zombie" —dijo Alice, con una voz llena de seriedad.

Grimm, con una expresión de desagrado, respondió:

—¿Mujer mutante zombie? No me gusta ese apodo —dijo Grimm, con una voz llena de descontento.

Snow, sintiéndose traicionada ante la posición de Rose y Grimm, admitió:

—Antes de la llegada de Rokugo, el ejército de Grace trataba a Grimm y a Rose como basura. No puedo culparlas por querer unirse a Kisaragi —dijo Snow, con una voz llena de resignación.

Rokugo, con una expresión de comprensión, respondió:

—Snow, entiendo cómo te sientes. Pero debemos seguir adelante y enfrentar los desafíos que nos esperan —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Capítulo32: Conflictos y Revelaciones

En la misma taberna, Snow, con una expresión de frustración, dijo:

—Nunca me reclutarán en Kisaragi —dijo Snow, con una voz llena de resignación.

Rokugo, con una sonrisa burlona, respondió:

—Ni lo pensaba, Snow —dijo Rokugo, con una voz llena de indiferencia.

Snow, enojada por no ser considerada, se emborrachó rápidamente. Rokugo, al ver su estado, se ofreció a llevarla a casa.

—Snow, te llevaré a casa. No estás en condiciones de caminar sola —dijo Rokugo, con una voz llena de preocupación.

Snow, con una risa burlona, respondió:

—Grimm, tu novio quiere hacerme cosas lascivas —dijo Snow, con una voz llena de sarcasmo.

Grimm, sintiendo pena por Snow, no hizo ningún gesto. Rokugo, con una expresión de seriedad, llevó a Snow a casa.

Al día siguiente, Snow se revolcaba de vergüenza por cómo se había comportado.

—No puedo creer cómo me comporté anoche —dijo Snow, con una voz llena de arrepentimiento.

Mientras tanto, Alice avisó a Rokugo y Snow que una emisaria del Rey Demonio había llegado al castillo real pidiendo audiencia.

—Rokugo, Snow, una emisaria del Rey Demonio ha llegado al castillo real pidiendo audiencia —dijo Alice, con una voz llena de urgencia.

Rokugo, con una expresión de determinación, respondió:

—Debemos ir al castillo de inmediato. No podemos permitir que el Rey Demonio gane más terreno —dijo Rokugo, con una voz llena de convicción.

Snow, con una expresión de preocupación, añadió:

—Estoy de acuerdo. Debemos estar preparados para cualquier cosa —dijo Snow, con una voz llena de determinación.

Capítulo 33: La Nueva Amenaza

Al reunirse con la demonio del sueño enviada para la audiencia, la emisaria pidió que la siguieran al castillo del Rey Demonio. Rokugo, Alice y Snow se subieron al carro de Rokugo. Rose, con una expresión de determinación, decidió ir porque quería hablar con el Rey Demonio. Rokugo, con una sonrisa enigmática, subió a Grimm dormida al carro para que no se quejara de que no la llevaba a las misiones.

—Grimm, no te preocupes. Te llevaré con nosotros —dijo Rokugo, con una voz llena de diversión.

Al llegar al castillo del Rey Demonio, dejaron a Grimm dormida en el carro y entraron al castillo. Al entrar, se encontraron con una sorpresa inesperada.

—Bienvenidos al castillo del Rey Demonio. Soy Viper, la nueva Lord Demonio —dijo una voz femenina, llena de autoridad.

Rokugo, con una expresión de sorpresa, preguntó:

—¿Qué quieres decir con que eres la nueva Lord Demonio? —preguntó Rokugo, con una voz llena de incredulidad.

Viper, con una sonrisa enigmática, respondió:

—El anterior Rey Demonio murió en el atentado que hizo Lilith con el satélite. Ahora, yo soy la hija del anterior Rey Demonio y la nueva Lord Demonio —dijo Viper, con una voz llena de confianza.

Rokugo, con una expresión de preocupación, respondió:

—Esto cambia todo. Debemos estar preparados para cualquier cosa —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Snow, con una expresión de preocupación, añadió:

—Sí, Rokugo. No podemos subestimar a esta nueva amenaza —dijo Snow, con una voz llena de seriedad.

Rose, con una expresión de curiosidad, preguntó:

—Viper, ¿qué planes tienes para el futuro? —preguntó Rose, con una voz llena de interés.

Capítulo 34: Revelaciones y Alianzas

Viper, tratando de mantener la apariencia de reina demonio, los llevó a las mazmorras. Allí, Rokugo vio que Heine estaba prisionera.

—Heine, ¿qué haces aquí? —preguntó Rokugo, con una voz llena de sorpresa.

Viper, con una sonrisa maliciosa, respondió:

—Heine reveló a Lilith la ubicación del Rey Demonio. Por eso, está condenada a muerte —dijo Viper, con una voz llena de autoridad.

Rokugo, sin nada que perder, preguntó:

—¿Puedo llevármela? —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Viper, sin compasión, aceptó:

—Puedes llevártela como esclava —dijo Viper, con una voz llena de indiferencia.

Heine, con una expresión de tristeza y pánico, temía lo que Rokugo podría hacerle. Alice, consolando a Heine, dijo:

—No te preocupes, Heine. La violación es castigada en Kisaragi —dijo Alice, con una voz llena de tranquilidad.

Viper, incapaz de aguantar más, admitió:

—El reino demoníaco está por colapsar. Necesitamos la ayuda de Kisaragi —dijo Viper, con una voz llena de desesperación.

Viper, con una expresión de súplica, continuó:

—Por favor, aceptad a los demonios como agentes y permitid que me ejecuten en público —dijo Viper, con una voz llena de resignación.

Rokugo, con una expresión de desagrado, respondió:

—No me agrada tu última petición, Viper. Eso debe hablarlo con la princesa Tilis. Te llevaré con ella —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Viper, con una expresión de gratitud, respondió:

—Gracias, Rokugo. Aprecio tu ayuda —dijo Viper, con una voz llena de sinceridad.

Capítulo 35: Nuevas Dinámicas y Conflictos

Al llegar al carro, Rokugo y los demás vieron a Grimm enojada, gritando dentro. Había despertado y no sabía cómo abrir el carro.

—¡Sáquenme de aquí! —gritó Grimm, con una voz llena de frustración.

Rokugo, con una sonrisa burlona, abrió el carro.

—Tranquila, Grimm. Ya estás libre —dijo Rokugo, con una voz llena de diversión.

Grimm, con una expresión de enojo, respondió:

—¡No es gracioso, Rokugo! —exclamó Grimm, con una voz llena de irritación.

Al llegar al cuartel de Kisaragi, Alice se separó con Viper para hablar con la princesa Tilis en privado. Mientras tanto, Rokugo le mostró a Heine cómo habían destruido el bosque para construir una ciudad.

—Mira, Heine. Aquí es donde estamos construyendo nuestra nueva ciudad —dijo Rokugo, con una voz llena de orgullo.

Heine, con una expresión de asombro, respondió:

—Es impresionante, Rokugo. No sabía que Kisaragi tenía tanto poder —dijo Heine, con una voz llena de admiración.

Al ingresar al cuartel de Kisaragi, vieron a Viper llenando formularios, un trabajo temporal que Alice le había asignado.

—Viper, ¿qué estás haciendo? —preguntó Rokugo, con una voz llena de curiosidad.

Viper, con una expresión de resignación, respondió:

—Alice me asignó este trabajo temporal. Estoy llenando formularios —dijo Viper, con una voz llena de cansancio.

Grimm, enojada, entró en su silla de ruedas. Desde su perspectiva, Heine había seducido a Rokugo y se había vuelto su concubina, mientras ella se quedó atrapada en el carro.

—¡Rokugo, cómo pudiste! ¡Heine te sedujo y ahora es tu concubina! —exclamó Grimm, con una voz llena de celos.

Heine, enojada, respondió:

—¡Odio que mi propia reina me haya entregado como esclava a Rokugo! —dijo Heine, con una voz llena de frustración.

Rokugo, con una expresión de sorpresa, trató de calmar la situación.

—Grimm, no es lo que piensas. Heine no es mi concubina —dijo Rokugo, con una voz llena de seriedad.

Grimm, con una expresión de desconfianza, respondió:

—¿Entonces por qué la trajiste aquí? —preguntó Grimm, con una voz llena de sospecha.

Rokugo, con una expresión de determinación, respondió:

—Heine es una aliada valiosa. Necesitamos su ayuda para enfrentar los desafíos que nos esperan —dijo Rokugo, con una voz llena de convicción.

Capítulo 36: Confesiones y Decisiones

Grimm, con una expresión de frustración y tristeza, se acercó a Rokugo.

—Rokugo, ¿por qué nunca hacemos cosas de novios? ¿De verdad me amas? ¿Qué soy para ti? ¿Por qué no nos decimos "mi amor, mi vida, mi cielo"? ¿Te avergüenzas de que sea tu novia? —preguntó Grimm, con una voz llena de desesperación.

Rokugo, tratando de calmar a Grimm, la besó. Grimm, sorprendida, le correspondió el beso. Rokugo, con una sonrisa enigmática, preguntó:

—¿Quieres en tu casa o en la mía? —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Grimm, nerviosa, respondió:

—En la mía. En la tuya estaría Alice —dijo Grimm, con una voz llena de inseguridad.

Rokugo llevó a Grimm a su casa, una casa humilde diseñada para que fuera cómodo caminar descalza adentro, debido a la maldición de Grimm de no poder usar zapatos. Al entrar, Grimm se puso nerviosa y comenzó a hacer indirectas que podrían malinterpretarse si se tomaran literalmente.

—Rokugo, ¿te gusta mi casa? —preguntó Grimm, con una voz llena de nerviosismo.

Rokugo, con una expresión de indiferencia, respondió:

—Sí, es acogedora —dijo Rokugo, con una voz llena de seriedad.

Grimm, perdiendo la paciencia, preguntó directamente:

—Rokugo, ¿piensas romper mi castidad hoy? —dijo Grimm, con una voz llena de determinación.

Rokugo, con una expresión de frustración, respondió:

—Sí, Grimm. Eso es lo que quiero —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Grimm, recuperando su emoción, dijo:

—Perdóname, Zenarith. Voy a pecar esta noche —dijo Grimm, con una voz llena de emoción.

Capítulo 37: Intimidad y Descubrimientos

Grimm, rápidamente, entró a su cuarto y realizó una limpieza rápida de lo que tenía.

—Rokugo, ya puedes entrar —dijo Grimm, con una voz llena de nerviosismo.

Grimm se posó en su cama y trató de imitar torpemente tácticas de seducción que había leído en revistas viejas. Rokugo, sin hacerle mucho caso a los trucos de Grimm, le dijo:

—Grimm, báñate primero con agua caliente —dijo Rokugo, con una voz llena de autoridad.

Grimm, obedeciendo, comenzó a desvestirse frente a Rokugo, dejando que él la viera. Mientras Grimm se bañaba, especialmente los pies, Rokugo sacó una cerveza y se dijo a sí mismo:

—Nunca le digo que no a una bien fría —dijo Rokugo, con una voz llena de satisfacción.

Rokugo ingresó al baño, moviendo las manos. Grimm, con una expresión de curiosidad, preguntó:

—¿Me vas a dar un masaje? —dijo Grimm, con una voz llena de esperanza.

Rokugo, con una sonrisa enigmática, respondió:

—Sí, Grimm. Te daré un masaje —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Grimm, con una expresión de emoción, respondió:

—Gracias, Rokugo. Eso sería maravilloso —dijo Grimm, con una voz llena de gratitud.

Rokugo comenzó a masajear a Grimm, asegurándose de que se sintiera cómoda y relajada. Grimm, con una expresión de placer, disfrutó del masaje, sintiendo una conexión más profunda con Rokugo.

—Rokugo, esto se siente increíble —dijo Grimm, con una voz llena de satisfacción.

Rokugo, con una sonrisa, respondió:

—Me alegra que te guste, Grimm —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Capítulo 38: Revelaciones y Confianza

Mientras Rokugo masajeaba a Grimm, ella notó que su pecho estaba lleno de cicatrices. Grimm, con una expresión de miedo, preguntó:

—Rokugo, ¿son esas cicatrices de guerra o de pelear con algún animal? —preguntó Grimm, con una voz llena de preocupación.

Rokugo, con una sonrisa triste, respondió:

—No, Grimm. Estas cicatrices las hizo Lilith. Me hizo un montón de cirugías de mejora corporal —dijo Rokugo, con una voz llena de resignación.

Grimm, con una expresión de curiosidad, preguntó:

—¿Qué son las cirugías de mejora corporal? —dijo Grimm, con una voz llena de interés.

Rokugo, tratando de explicar en términos simples, respondió:

—Son procedimientos que mejoran las capacidades físicas y mentales de una persona. Lilith me hizo muchas para que pudiera ser más fuerte y eficiente en mis misiones —dijo Rokugo, con una voz llena de seriedad.

Grimm, con una expresión de morbo, preguntó:

—Rokugo, ¿tu... tu miembro también fue parte de una mejora corporal? Me sorprende cómo es —dijo Grimm, con una voz llena de curiosidad.

Rokugo, con una sonrisa coqueta, confirmó:

—Sí, Grimm. También fue mejorado —dijo Rokugo, con una voz llena de confianza.

Grimm, con una expresión de asombro, respondió:

—Vaya, no sabía que eso era posible —dijo Grimm, con una voz llena de sorpresa.

Rokugo, con una sonrisa enigmática, continuó:

—Hay muchas cosas que no sabes, Grimm. Pero no te preocupes, te enseñaré todo lo que necesitas saber —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Grimm, con una expresión de gratitud, respondió:

—Gracias, Rokugo. Confío en ti —dijo Grimm, con una voz llena de sinceridad.

Con el masaje terminado, Rokugo cargó a Grimm, sintiendo que estaba calientita por el agua, y la llevó a la cama. Rokugo, con una mirada intensa, comenzó a hacerle el amor a Grimm. La habitación se llenó de una mezcla de pasión y ternura, mientras ambos se entregaban el uno al otro.

Después de un tiempo, Grimm, con una expresión de satisfacción, preguntó:

—Rokugo, ¿eso fue todo? —dijo Grimm, con una voz llena de curiosidad.

Rokugo, con una sonrisa enigmática, respondió en voz baja:

—Grimm, eres muy fría —dijo Rokugo, con una voz llena de deseo.

Grimm, con una expresión de sorpresa, respondió:

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Grimm, con una voz llena de confusión.

Rokugo, con una sonrisa coqueta, continuó:

—Todavía tengo fuerzas para otro "round". Quiero probar algo contigo —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Grimm, con una expresión de emoción, respondió:

—¿Qué quieres probar? —preguntó Grimm, con una voz llena de curiosidad.

Rokugo, con una sonrisa maliciosa, respondió:

—Quiero que confíes en mí y te dejes llevar —dijo Rokugo, con una voz llena de misterio.

Grimm, con una expresión de confianza, respondió:

—Confío en ti, Rokugo. Haré lo que me pidas —dijo Grimm, con una voz llena de sinceridad.

Rokugo, con una sonrisa de satisfacción, comenzó a explorar nuevas formas de placer con Grimm. La noche se llenó de pasión y descubrimientos, mientras ambos se entregaban completamente el uno al otro.

—Rokugo, esto es increíble —dijo Grimm, con una voz llena de placer.

Rokugo, con una sonrisa de satisfacción, respondió:

—Me alegra que te guste, Grimm —dijo Rokugo, con una voz llena de ternura.

Capítulo 40: Confesiones y Sueños

Al terminar, Rokugo, con una sonrisa de satisfacción, dijo:

—Eso se sintió mejor —dijo Rokugo, con una voz llena de placer.

Rokugo encendió un cigarrillo y comenzó a fumar, mientras Grimm, avergonzada, se cubría con las sábanas.

—Rokugo, me avergüenza haber llegado al clímax mientras usabas mis pechos —dijo Grimm, con una voz llena de vergüenza.

Rokugo, con una sonrisa burlona, respondió:

—Ahora tienes una razón más para usar una silla de ruedas —dijo Rokugo, con una voz llena de diversión.

Ante el insomnio que no les dejaba dormir, Grimm trató de romper el hielo.

—Rokugo, no puedo tener hijos —dijo Grimm, con una voz llena de sinceridad.

Rokugo, con una expresión de indiferencia, respondió:

—Mejor, odio a los niños —dijo Rokugo, con una voz llena de desdén.

Grimm, con una sonrisa, respondió:

—Yo también —dijo Grimm, con una voz llena de complicidad.

Grimm, sintiendo que había ganado confianza con Rokugo, preguntó:

—Rokugo, ¿no me serás infiel con Heine? —preguntó Grimm, con una voz llena de preocupación.

Rokugo, con una expresión de seriedad, respondió:

—En Kisaragi tenemos prohibido hacer ese tipo de cosas sin consentimiento del otro. Además, Alice mandó a Heine a trabajar en una termoeléctrica —dijo Rokugo, con una voz llena de convicción.

Grimm, con una expresión de curiosidad, preguntó:

—Rokugo, ¿es cierto que de verdad viniste de otro planeta? —preguntó Grimm, con una voz llena de intriga.

Rokugo, con una sonrisa enigmática, respondió:

—Sí, es verdad —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Grimm, con una risa burlona, respondió:

—Oh, me enamoré de un alien —dijo Grimm, con una voz llena de diversión.

Rokugo, con una sonrisa coqueta, respondió:

—De hecho, eso es un fetiche en el mundo del que vengo —dijo Rokugo, con una voz llena de diversión.

Grimm, con una expresión de confianza, confesó:

—Convencí a Rose de salirse de Grace y unirse a Kisaragi

Grimm, con una expresión de curiosidad, preguntó:

—Rokugo, ¿qué pasará una vez que conquistemos el planeta? —preguntó Grimm, con una voz llena de interés.

Rokugo, con una sonrisa enigmática, respondió:

—Me volveré el ejecutivo de este mundo, algo así como un rey —dijo Rokugo, con una voz llena de ambición.

Grimm, con una expresión de ilusión, se durmió soñando con ser la reina del planeta.

Cuando Grimm se durmió, Rokugo se levantó de la cama y, mientras veía a Grimm, dijo en voz baja:

—Lo siento, Grimm, pero mi verdadero amor es Astaroth —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Grimm, dormida, solo murmuró:

—Sí, me casaré en 9 años —dijo Grimm, con una voz llena de sueño.

Rokugo se vistió y se dirigió a la base para hacer una videollamada con Astaroth

Capítulo 41: Traiciones y Sacrificios

Con el paso del tiempo en la base, Rokugo se encariñó con Viper. Viper, que amaba los videojuegos, encontró en Rokugo un compañero de juegos y una fuente de consuelo en su difícil situación. El día de la ejecución de Viper, Rokugo decidió usar la tecnología de invisibilidad de Kisaragi para tratar de pasar a Viper hasta la máquina teletransportadora y enviarla a la oficina de Kisaragi en la Tierra, donde podrían modificarla y darle una nueva apariencia.

—Viper, confía en mí. Te sacaré de aquí —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Viper, con una expresión de gratitud, respondió:

—Gracias, Rokugo. No sé cómo agradecerte —dijo Viper, con una voz llena de emoción.

En el camino, sin embargo, Grimm reveló la posición. Rokugo no le había contado su plan a Grimm, y ella pensó que Rokugo se había enamorado de Viper y que estaba escapando con ella.

—¡Rokugo, no puedes hacer esto! ¡Te has enamorado de Viper y estás escapando con ella! —gritó Grimm, con una voz llena de celos y desesperación.

Rokugo, con una expresión de sorpresa, trató de explicar:

—Grimm, no es lo que piensas. Estoy tratando de salvar a Viper —dijo Rokugo, con una voz llena de urgencia.

Grimm, sin escuchar razones, se lanzó al ataque. La batalla campal se desató, con Rokugo tratando de proteger a Viper y Grimm decidida a detenerlos.

—¡No dejaré que te vayas con ella, Rokugo! —gritó Grimm, con una voz llena de ira.

Viper, viendo la situación, decidió tomar medidas drásticas. Subió al techo de un edificio y, aparentemente, explotó al estallar una mina.

—¡Rokugo, Grimm, lo siento! —gritó Viper, con una voz llena de tristeza.

Rokugo, con una expresión de horror, gritó:

—¡Viper, no! —exclamó Rokugo, con una voz llena de desesperación.

Grimm, con una expresión de arrepentimiento, se dio cuenta de su error.

—Rokugo, lo siento. No sabía... —dijo Grimm, con una voz llena de tristeza.

Rokugo, con una expresión de dolor, respondió:

—Grimm, tu falta de confianza ha causado esto. Viper no merecía morir así —dijo Rokugo, con una voz llena de decepción.

Capítulo 42: Revelaciones y Reencuentros

Al recibir a los nuevos agentes de Kisaragi, Rokugo notó que entre ellos había una "mujer vivora". Con una expresión de sorpresa, se dio cuenta de que era en realidad Viper.

—¡Viper! ¿Cómo es posible? —exclamó Rokugo, con una voz llena de asombro.

Alice, con una sonrisa enigmática, se acercó a Rokugo.

—Rokugo, el plan que hicimos con la princesa Tilis fue fingir la muerte de Viper. No te contamos porque sabíamos que lo arruinarías, pero aun sin saberlo, casi lo arruinas al tratar de sacarla —explicó Alice, con una voz llena de seriedad.

Rokugo, con una expresión de alivio, respondió:

—¿Entonces la mina no era real? —preguntó Rokugo, con una voz llena de curiosidad.

Alice, con una sonrisa, continuó:

—No, la supuesta mina en realidad era una bomba de luz que Viper usó para escapar. Tuvimos que improvisar, pero todo salió bien —dijo Alice, con una voz llena de satisfacción.

Viper, con una expresión de gratitud, se acercó a Rokugo.

—Gracias, Rokugo. No sabes cuánto significa para mí que hayas intentado salvarme —dijo Viper, con una voz llena de emoción.

Rokugo, con una sonrisa de alegría, respondió:

—Viper, me alegra tanto que estés viva. No sabes cuánto me preocupé por ti —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Grimm, con una expresión de arrepentimiento, se acercó a Rokugo y Viper.

—Lo siento, Rokugo. No debí haber dudado de ti. Me alegra que Viper esté bien —dijo Grimm, con una voz llena de sinceridad.

Rokugo, con una sonrisa comprensiva, respondió:

—Está bien, Grimm. Lo importante es que Viper está a salvo y que ahora podemos seguir adelante —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Capítulo 43: Misión y Reencuentros

Después de la anexión de los demonios a Kisaragi, el equipo se embarcó en una misión para matar al Rey del Desierto. Tras vencer al topo gigante responsable de la desertificación del planeta, Rokugo se detuvo a pensar y se dirigió a Grimm.

—Oye, Grimm, ¿y si brindamos porque esta vez no te moriste? —dijo Rokugo, con una voz llena de diversión.

Grimm, con una expresión de molestia, respondió:

—Rokugo, no me gusta que mi no-muerte en batalla sea motivo de una cita —dijo Grimm, con una voz llena de irritación.

Pero, con tal de tener una cita con Rokugo, Grimm aceptó.

—Está bien, Rokugo. Brindemos —dijo Grimm, con una voz llena de resignación.

Terminando la cita, Rokugo le preguntó a Grimm:

—Grimm, ¿quieres repetir la maravillosa noche que tuvimos la otra vez en tu casa? —dijo Rokugo, con una voz llena de deseo.

Grimm, notando las intenciones de Rokugo, preguntó avergonzada y temerosa:

—Rokugo, ¿vas a usar mis pechos otra vez? No pude caminar por dos días por el dolor de espalda —dijo Grimm, con una voz llena de nerviosismo.

Rokugo, con una sonrisa coqueta, respondió:

—¿A ti también te gustó? —dijo Rokugo, con una voz llena de curiosidad.

Grimm, con una expresión de aceptación, respondió:

—Sí, Rokugo. Me gustó. Pero no intentes nada raro —dijo Grimm, con una voz llena de sinceridad.

Rokugo, con una sonrisa de satisfacción, acompañó a Grimm a su casa.

—Vamos, Grimm. Te acompañaré a casa —dijo Rokugo, con una voz llena de ternura.

Capítulo 44: Confesiones y Celos

Rokugo y Grimm estaban desnudos en la misma cama después de una noche divertida. Rokugo fumaba un cigarrillo, mientras Grimm, con una expresión de curiosidad, preguntó:

—Rokugo, ¿qué es eso? —dijo Grimm, con una voz llena de intriga.

Rokugo, con una sonrisa enigmática, respondió:

—Es un cigarrillo. Lo fumo en este momento para más placer —dijo Rokugo, con una voz llena de satisfacción.

Grimm, con una expresión de curiosidad, quiso saber qué se sentía. Rokugo le dio a probar.

—Sabe a cenizas quemadas. No entiendo cómo te puede gustar eso —dijo Grimm, con una voz llena de desconcierto.

Rokugo se rió de la reacción de Grimm.

—Es una adquisición de gusto, Grimm —dijo Rokugo, con una voz llena de diversión.

Rokugo, viendo que Grimm estaba todavía despierta y no parecía tener intenciones de dormirse, se dio cuenta de que ambos estaban fisiológicamente cansados pero sin sueño. Grimm, felizmente enamorada, le dijo a Rokugo:

—Rokugo, te amo tanto —dijo Grimm, con una voz llena de emoción.

Rokugo, con una expresión de confusión, respondió:

—¿Qué hice? Se supone que solo era una aventura de una noche —dijo Rokugo, con una voz llena de incertidumbre.

Sin saber qué hacer, Rokugo decidió contarle su historia a Grimm.

—Grimm, sé que eres hija de unos comerciantes que de alguna manera se unieron al culto de Azarthod. Déjame contarte mi historia —dijo Rokugo, con una voz llena de seriedad.

Rokugo comenzó a contar su historia:

—Yo era un huérfano en mi planeta, un delincuente juvenil. Hasta que un día me hice amigo de tres señoritas de instituto. Cuando estaba fundando la organización, le rogué a Astaroth que se uniera a la organización —dijo Rokugo, con una voz llena de nostalgia.

Grimm, con una expresión de celos, se molestó al escuchar a Rokugo hablar tan apasionadamente de Astaroth.

—Rokugo, ¿por qué hablas de Astaroth con tanta pasión? —preguntó Grimm, con una voz llena de celos.

Rokugo, sin darse cuenta de la reacción de Grimm, continuó:

—Astaroth es muy importante para mí. Sin ella, no sé qué habría sido de mi vida —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Grimm, celosamente molesta, comenzó a pellizcar y apretar a Rokugo en la zona sensible.

-Grimm , me estás haciendo daño! —exclamó Rokugo, con una voz llena de dolor.

Grimm, con una expresión de satisfacción, respondió:

—Eso es por hablar de Astaroth con tanta pasión —dijo Grimm, con una voz llena de celos.

Rokugo, con una sonrisa de resignación, respondió:

—Grimm, no tienes que estar celosa. Tú eres importante para mí también —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Capítulo 45: Confesiones y Miedos

Grimm cambió su expresión de enamorada a confundida mientras Rokugo continuaba contando su historia.

—Grimm, cuando fui reclutado por Kisaragi, era un perdedor sin futuro. Pero tras ser reclutado, ese día todo en Kisaragi cambió —dijo Rokugo, con una voz llena de seriedad.

Rokugo, jugando con la boca de Grimm, continuó:

—Sabía cómo hacer bombas, usar armas, entre otras habilidades. Junto a Belial, matamos a mucha gente que se lo merecía, y a otros que no. Soy el principal responsable de la conquista de mi planeta de origen. Por mi gran experiencia, me enviaron a este mundo para conquistarlo —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Grimm, acariciando el cabello de Rokugo, cambió su expresión mientras escuchaba atentamente. Rokugo, con una sonrisa enigmática, preguntó:

—Grimm, ¿de verdad explotarías si te pones zapatos? —dijo Rokugo, con una voz llena de curiosidad.

Grimm, con una expresión de tristeza, respondió:

—El primer día con mi maldición usé zapatos y exploté. Fue porque Rose es mi amiga que recogió mis restos y, en vez de comérselos, los dejó en el templo —dijo Grimm, con una voz llena de dolor.

De pronto, Grimm se calló y comenzó a llorar. Rokugo, confundido, no entendía por qué lloraba.

—Grimm, ¿qué pasa? ¿Por qué lloras? —preguntó Rokugo, con una voz llena de preocupación.

Grimm, como si se hubiera dado cuenta de algo, dijo:

—¿Vas a matarme, verdad? Claro, ahora que me contaste todo eso, vas a matarme. Me enamoraste, sedujiste y desnudaste para dejarme vulnerable —dijo Grimm, con una voz llena de miedo y desesperación.

Rokugo, con una expresión de sorpresa, respondió:

—Grimm, estás exagerando. No voy a matarte —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Grimm, con una expresión de incredulidad, respondió:

—¿Cómo puedo creerte después de todo lo que me has contado? —preguntó Grimm, con una voz llena de desconfianza.

Rokugo, con una expresión de seriedad, respondió:

—Grimm, te he contado todo esto porque confío en ti. No tengo ninguna intención de hacerte daño —dijo Rokugo, con una voz llena de convicción.

Grimm, con una expresión de alivio, respondió:

—Rokugo, lo siento. Es solo que... tengo miedo —dijo Grimm, con una voz llena de vulnerabilidad.

Rokugo, con una sonrisa comprensiva, respondió:

—Está bien, Grimm. Entiendo tu miedo. Pero quiero que sepas que estoy aquí para protegerte —dijo Rokugo, con una voz llena de ternura.

Capítulo 46: Sueños y Realidades

Grimm, con una expresión de tristeza, dijo:

—Rokugo, morir por explotar duele mucho. No quiero volver a sentir ese dolor —dijo Grimm, con una voz llena de miedo.

Rokugo, con una expresión de comprensión, respondió:

—Lo sé, Grimm. No dejaré que vuelvas a sufrir así —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Grimm, calmándose, comenzó a fantasear:

—Cuando conquistemos el mundo, tú serás algo así como un Virrey de Kisaragi en este mundo, y yo seré tu Virreina —dijo Grimm, con una voz llena de ilusión.

Rokugo, con una sonrisa enigmática, respondió:

—Eso suena bien, Grimm. Pero primero debemos asegurarnos de que todo salga según lo planeado —dijo Rokugo, con una voz llena de seriedad.

Grimm, con una expresión de cansancio, finalmente se durmió. Rokugo, pensando "Por fin se durmió", salió de la cama para reponer líquidos.

—Necesito reponer líquidos después de esta noche —dijo Rokugo en voz baja, con una voz llena de satisfacción.

Mientras Rokugo se dirigía a la cocina, reflexionó sobre la situación. Aunque la conquista del mundo era su objetivo principal, también sentía una responsabilidad hacia Grimm y los demás. Con la determinación y el ingenio de Rokugo, el grupo se preparó para enfrentar cualquier amenaza y asegurar la victoria para el reino de Grace.

Capítulo 47: Dilemas y Decisiones

Rokugo revisó los mensajes de la sede de Kisaragi. Habían respondido que actualmente su planeta se encontraba en paz, los héroes habían caído, y Kisaragi, por primera vez, se podría considerar que había logrado por completo la conquista mundial. Por lo tanto, enviarían a una de las ejecutivas ahora mismo.

De repente, Rokugo recibió una notificación en su brazalete de que la máquina de teletransportación estaba transportando a alguien. Entró en pánico pensando que la ejecutiva que estaba siendo teletransportada podría ser Astaroth.

—Me lleva el... —murmuró Rokugo, sudando frío mientras miraba a Grimm desnuda en su cama.

Rokugo entró en un dilema. Si Astaroth descubría que le había sido infiel con Grimm, lo asesinaría o, peor aún, lo castraría. Por otro lado, si Grimm descubría que Astaroth era la otra, lo asesinaría con una maldición, aunque más probablemente Grimm se mataría accidentalmente. Lo peor que podría hacer Grimm sería maldecirlo con impotencia sexual.

Asustado, Rokugo canjeó sus puntos malvados por un par de calcetines y se los puso a Grimm mientras dormía. Grimm comenzó a brillar por su maldición de no usar calzado. Rokugo salió corriendo, y Grimm se despertó de golpe al sentir calor seguido de un dolor de sobrecalentamiento.

—¡Comandante, ¿por qué me ha hecho esto?! ¡Si yo le amo! —gritó Grimm, dolida.

Rokugo salió de la casa de Grimm escuchando una explosión interna.

—Lo siento, Grimm. Te enviaré al templo de Zenarith para que te reviva tan pronto como Astaroth se vaya del planeta —dijo Rokugo, con una voz llena de arrepentimiento.

Al llegar a Kisaragi, Rokugo se enteró de que la ejecutiva enviada era Belial.

—Belial, ¿qué haces aquí? —preguntó Rokugo, con una voz llena de sorpresa y alivio.

Belial, con una sonrisa maliciosa, respondió:

—Rokugo, he venido a supervisar la situación. Astaroth está ocupada con otros asuntos, así que me enviaron a mí —dijo Belial, con una voz llena de confianza.

Rokugo, con una expresión de alivio, respondió:

—Belial, me alegra verte. Tenemos mucho trabajo por hacer —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Capítulo 48: Reencuentros y Nuevas Alianzas

Rokugo llevó a Belial por las instalaciones, presentándole a la nueva promesa de Kisaragi y líder de la base, solo por debajo de Rokugo, Viper la Mutante-Vivora. Viper, pese a deberle la vida a Kisaragi, aún no terminaba de sentirse cómoda con ese estilo de vida.

—Belial, esta es Viper, nuestra nueva líder de la base —dijo Rokugo, con una voz llena de orgullo.

Belial, con una sonrisa enigmática, respondió:

—Viper, es un placer conocerte. He oído mucho sobre ti —dijo Belial, con una voz llena de curiosidad.

Viper, con una expresión de respeto, respondió:

—El placer es mío, Belial. Agradezco la oportunidad que me ha dado Kisaragi —dijo Viper, con una voz llena de gratitud.

Belial, con una expresión de seriedad, comentó:

—Rokugo, declaré abiertamente que quería ir a esta misión yo misma, pero se decidió con un dado y no tuve suerte. Por eso fuiste enviado tú —dijo Belial, con una voz llena de resignación.

Rokugo, con una expresión de sorpresa, respondió:

—No sabía eso, Belial. Gracias por la información —dijo Rokugo, con una voz llena de gratitud.

Belial continuó:

—También encontré y recluté al Héroe de apellido Grace Reiss. Rokugo, es el hermano de la princesa Tilis que desapareció al ser teletransportado aleatoriamente en combate —dijo Belial, con una voz llena de seriedad.

Rokugo, con una expresión de asombro, respondió:

—¿El hermano de la princesa Tilis? Eso es increíble —dijo Rokugo, con una voz llena de sorpresa.

Belial, con una sonrisa maliciosa, continuó:

—Y a un villano de este mundo alternativo, el que teletransportó al príncipe. Los convertí en agentes de Kisaragi —dijo Belial, con una voz llena de satisfacción.

Rokugo, con una expresión de admiración, respondió:

—Belial, siempre tan eficiente —dijo Rokugo, con una voz llena de respeto.

Belial comentó que estaba visitando el mundo de fantasía mientras no había ningún conflicto en la Tierra, y pensaba ayudar a Rokugo y a otros agentes de Kisaragi durante el ataque de la Tribu Hiiragi.

—Belial, tu ayuda será invaluable —dijo Rokugo, con una voz llena de gratitud.

Belial conoció a la demonio Heine, presentándose como una ex-esclava actualmente asistente de Viper.

—Heine, es un placer conocerte —dijo Belial, con una voz llena de curiosidad.

Heine, con una expresión de respeto, respondió:

—El placer es mío, Belial —dijo Heine, con una voz llena de gratitud.

Después de interactuar, Belial le ordenó a Heine que cambiara su nombre y tono de voz porque eran similares a los de Belial.

—Heine, cambia tu nombre y tono de voz. Son similares a los míos —dijo Belial, con una voz llena de autoridad.

Rokugo, de forma no irónica, dijo:

—Belial sigue siendo una jefa confiable, siendo del tipo cariñoso, debido a sus tratos y cuidado por sus empleados —dijo Rokugo, con una voz llena de admiración.

Capítulo 49: Evaluaciones y Revelaciones

Belial decidió evaluar el progreso de sus diferentes combatientes. Como lo esperaba, los demonios reclutados tenían muchos puntos malos, parecía que por su propio estilo de vida y no solían canjearlos, parecían no estar interesados o no necesitar nada.

—Veo que los demonios tienen muchos puntos malos. ¿Por qué no los canjean? —preguntó Belial, con una voz llena de curiosidad.

Rokugo, con una expresión de resignación, respondió:

—Parece que no están interesados o no necesitan nada —dijo Rokugo, con una voz llena de resignación.

Rose, por otro lado, no tenía puntos, pero porque los canjeaba por comida apenas podía.

—Rose, ¿por qué no tienes puntos? —preguntó Belial, con una voz llena de curiosidad.

Rose, con una expresión de vergüenza, respondió:

—Los canjeo por comida apenas puedo —dijo Rose, con una voz llena de resignación.

Snow, por su parte, debía puntos, esto debido a que se puso a spawmear espadas a lo loco que luego intentó vender, pero las espadas valían tanto que nadie en el reino de Grace podía pagarlo.

—Snow, ¿por qué debes puntos? —preguntó Belial, con una voz llena de seriedad.

Snow, con una expresión de vergüenza, respondió:

—Me puse a spawmear espadas a lo loco y luego intenté venderlas, pero valían tanto que nadie en el reino de Grace podía pagarlo —dijo Snow, con una voz llena de resignación.

Belial, con una expresión de desaprobación, le puso una amonestación a Snow por encima de ganar pocos puntos malos los gastó.

—Snow, esto es inaceptable. Te pongo una amonestación —dijo Belial, con una voz llena de autoridad.

Snow, con una expresión de preocupación, fue tras de Rokugo preguntando por dónde estaba Grimm.

—Rokugo, ¿dónde está Grimm? —preguntó Snow, con una voz llena de preocupación.

Rokugo, poniéndose nervioso, hizo como que no la conocía.

—No sé de quién hablas —dijo Rokugo, con una voz llena de nerviosismo.

Snow, con una expresión de incredulidad, respondió:

—Rokugo, como su novio, deberías saberlo —dijo Snow, con una voz llena de sospecha.

Belial, escuchando eso, no dijo nada, solo la expresión de "Estúpido Rokugo, Astaroth te matará con sus poderes de hielo cuando se entere de tu traición a su relación amorosa" se reflejó en su rostro.

Rokugo, sintiendo la presión, trató de mantener la calma.

—Snow, no sé de qué hablas. Grimm no es mi novia —dijo Rokugo, con una voz llena de firmeza.

Snow, con una expresión de confusión, respondió:

—Pero... —dijo Snow, con una voz llena de duda.

Belial, con una expresión de seriedad, intervino:

—Rokugo, tenemos mucho trabajo por hacer. No podemos perder el tiempo con estas tonterías —dijo Belial, con una voz llena de autoridad.

Rokugo, con una expresión de alivio, respondió:

—Tienes razón, Belial. Vamos a trabajar —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Capítulo 50: Confrontaciones y Revelaciones

En la noche, Snow y Rose confrontaron a Rokugo, preguntándole dónde estaba Grimm.

—Rokugo, ¿dónde está Grimm? No apareció en todo el día y faltó a sus planes —preguntó Snow, con una voz llena de preocupación.

Rokugo, con una expresión de nerviosismo, trató de evadir la pregunta.

—No sé de qué hablas, Snow —dijo Rokugo, con una voz llena de inseguridad.

Rose, con una expresión de sospecha, intervino:

—Rokugo, sabemos que algo pasó. Dinos la verdad —dijo Rose, con una voz llena de seriedad.

Al ver su cara, con horror, Snow se dio cuenta de que Rokugo había matado a Grimm.

—Rokugo, ¿qué hiciste? —preguntó Snow, con una voz llena de horror.

Rokugo, sin poder ocultarlo más, lo admitió y, rendido, dijo:

—Vayan a la casa de Grimm a recoger sus restos para revivirla —dijo Rokugo, con una voz llena de resignación.

Snow y Rose, con una expresión de incredulidad, se dirigieron a la casa de Grimm. Al llegar, vieron la explosión del cuarto.

—¿Qué pasó aquí? —preguntó Snow, con una voz llena de asombro.

Alice, al ver la explosión, dijo:

—Tal vez Grimm también era un robot y activó su autodestrucción —dijo Alice, con una voz llena de curiosidad.

Rokugo, con una expresión de arrepentimiento, respondió:

—No, Alice. Grimm no era un robot. Fue mi culpa —dijo Rokugo, con una voz llena de tristeza.

Snow, con una expresión de enojo, respondió:

—Rokugo, ¿cómo pudiste hacer esto? —preguntó Snow, con una voz llena de ira.

Rokugo, con una expresión de arrepentimiento, respondió:

—Lo siento, Snow. No quería que esto pasara —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Rose, con una expresión de tristeza, intervino:

—Rokugo, debemos revivir a Grimm. No podemos dejarla así —dijo Rose, con una voz llena de determinación.

Rokugo, con una expresión de alivio, respondió:

—Tienes razón, Rose. Vamos a revivirla —dijo Rokugo, con una voz llena de esperanza.

Capítulo 51: Revivir y Revelaciones

Belial, con una expresión de curiosidad, quiso ver si de verdad podían revivir a Grimm. Rokugo, con una expresión de arrepentimiento, puso el cigarrillo que había compartido con Grimm la noche anterior como ofrenda.

—Espero que esto funcione —dijo Rokugo, con una voz llena de esperanza.

Al revivir, Grimm estaba enojadísima con Rokugo por haberla matado cuando le dijo que no lo haría.

—¡Rokugo, ¿cómo pudiste hacerme esto?! ¡Me dijiste que no me matarías! —gritó Grimm, con una voz llena de ira.

Belial, sorprendida, dijo:

—Es genial ser incapaz de morir —dijo Belial, con una voz llena de asombro.

Grimm, enojada, respondió:

—¿Es genial? ¿Sabes lo que es ser apuñalada, comida viva, molida, quemada, atropellada? No es genial, duele mucho y nunca acabará ni nadie me querrá —dijo Grimm, con una voz llena de dolor y frustración.

Rokugo, tratando de calmar la situación, presentó a Belial a Grimm.

—Grimm, esta es Belial, la ejecutiva de Kisaragi —dijo Rokugo, con una voz llena de seriedad.

Grimm, cambiando su actitud de ira asesina a sumisión y admiración, respondió:

—Belial, es un honor conocerte —dijo Grimm, con una voz llena de respeto.

Belial, con una sonrisa enigmática, respondió:

—El honor es mío, Grimm. He oído mucho sobre ti —dijo Belial, con una voz llena de curiosidad.

Rokugo, con una expresión de alivio, intervino:

—Grimm, lamento lo que pasó. No quería que esto sucediera —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Grimm, con una expresión de resignación, respondió:

—Está bien, Rokugo. Pero no vuelvas a hacerlo —dijo Grimm, con una voz llena de advertencia.

Belial, con una expresión de seriedad, dijo:

—Rokugo, debemos asegurarnos de que esto no vuelva a suceder. Grimm es una valiosa aliada para Kisaragi —dijo Belial, con una voz llena de autoridad.

Rokugo, con una expresión de determinación, respondió:

—Tienes razón, Belial. No volverá a suceder —dijo Rokugo, con una voz llena de convicción.

Capítulo 39: Intimidad y Confesiones

Con el masaje terminado, Rokugo cargó a Grimm, sintiendo que estaba calientita por el agua, y la llevó a la cama. Rokugo le hizo el amor a Grimm, y al terminar, Grimm preguntó:

—¿Eso fue todo? —dijo Grimm, con una voz llena de curiosidad.

Rokugo, con una voz baja, respondió:

—Grimm, eres muy fría —dijo Rokugo, con una voz llena de decepción.

Todavía con fuerzas para otro "round", Rokugo le dijo a Grimm:

—Quiero probar algo contigo —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Rokugo le pidió a Grimm que se diera la vuelta y que abriera las nalgas. Grimm, aunque no entendía, colaboró. Al terminar, Rokugo dijo:

—Eso se sintió mejor —dijo Rokugo, con una voz llena de satisfacción.

Grimm, avergonzada de haber llegado al clímax usando su ano, se sonrojó. Rokugo, con una sonrisa burlona, hizo un chiste:

—Ahora tienes una razón más para usar una silla de ruedas —dijo Rokugo, con una voz llena de diversión.

Cuando Grimm se durmió, Rokugo se levantó de la cama y, mientras la veía, dijo en voz baja:

—Lo siento, Grimm, pero mi verdadero amor es Astaroth —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Grimm, dormida, solo murmuró:

—Sí, me casaré en 9 años —dijo Grimm, con una voz llena de sueño.

Rokugo se vistió y se dirigió a la base para hacer una videollamada con Astaroth. Al llegar a la base, Rokugo encendió su dispositivo y llamó a Astaroth.

—Astaroth, necesito hablar contigo —dijo Rokugo, con una voz llena de seriedad.

Astaroth, con una expresión de sorpresa, respondió:

—Rokugo, ¿qué sucede? —preguntó Astaroth, con una voz llena de preocupación.

Rokugo, con una expresión de determinación, respondió:

—Astaroth, necesito que sepas que mi verdadero amor eres tú. No importa lo que pase, siempre te amaré —dijo Rokugo, con una voz llena de sinceridad.

Astaroth, con una expresión de emoción, respondió:

—Rokugo, yo también te amo. No importa lo que pase, siempre estaré a tu lado —dijo Astaroth, con una voz llena de amor.


Capítulo 52: Diez Años Después

Pasaron los diez años, y la conquista del planeta fue completa por Kisaragi. Rokugo, por su pacto, se casó con Grimm. Para Grimm, era un sueño hecho realidad, pero para Rokugo, la vida se volvió monótona muy rápidamente.

—Rokugo, ¿no estás feliz? —preguntó Grimm, con una voz llena de preocupación.

Rokugo, con una expresión de resignación, respondió:

—Grimm, la vida se ha vuelto muy monótona. No sé qué hacer conmigo mismo —dijo Rokugo, con una voz llena de aburrimiento.

Grimm, con una expresión de tristeza, respondió:

—Rokugo, pensé que estarías feliz conmigo. ¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor? —preguntó Grimm, con una voz llena de desesperación.

Rokugo, con una expresión de arrepentimiento, respondió:

—Grimm, no es tu culpa. Es solo que... no sé qué hacer con mi vida ahora que todo está en paz —dijo Rokugo, con una voz llena de incertidumbre.

Belial, al ver la situación, intervino:

—Rokugo, tal vez necesitas un nuevo desafío. ¿Qué tal si te unes a mí en una nueva misión? —preguntó Belial, con una voz llena de entusiasmo.

Rokugo, con una expresión de interés, respondió:

—¿Una nueva misión? ¿De qué se trata? —preguntó Rokugo, con una voz llena de curiosidad.

Belial, con una sonrisa enigmática, respondió:

—Hay un nuevo mundo que necesita ser conquistado. ¿Te unes a mí? —preguntó Belial, con una voz llena de determinación.

Rokugo, con una expresión de emoción, respondió:

—Sí, Belial. Me uniré a ti —dijo Rokugo, con una voz llena de entusiasmo.

Grimm, con una expresión de tristeza, respondió:

—Rokugo, ¿me dejarás sola otra vez? —preguntó Grimm, con una voz llena de miedo.

Rokugo, con una expresión de comprensión, respondió:

—Grimm, no te dejaré sola. Te llevaré conmigo —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Grimm, con una expresión de alivio, respondió:

—Gracias, Rokugo. No quiero estar sin ti —dijo Grimm, con una voz llena de gratitud.

Capítulo 53: Nuevas Oportunidades y Dilemas

En una de las misiones de regreso, Rokugo, al caminar, vio a Snow arrastrándose y rogándole que le ayudara. Otra vez estaba en la quiebra.

—Rokugo, por favor, ayúdame. Estoy en la quiebra —dijo Snow, con una voz llena de desesperación.

Rokugo, sin tomarse en serio lo que decía, respondió:

—Snow, si tienes problemas financieros, haz pasteles de tu leche —dijo Rokugo, con una voz llena de burla.

Snow, con una expresión de frustración, respondió:

—¿No lo entiendes? Voy a perder mi empleo. A ti y a Grimm no les debe importar conservar el suyo, pero a mí sí me importa. Si pierdo mi empleo, me tendré que volver prostituta. No tendré nada —dijo Snow, con una voz llena de desesperación.

Rokugo, sintiendo compasión y a la vez ocurriéndosele un modo de fastidiar a Grimm, le propuso algo a Snow.

—Snow, ¿harías lo que sea por conservar tu empleo? —preguntó Rokugo, con una voz llena de seriedad.

Snow, deduciendo las intenciones de Rokugo, se negó a ser la amante de Rokugo.

—Rokugo, Grimm es mi amiga y no quiero hacerle eso —dijo Snow, con una voz llena de determinación.

Rokugo, con una sonrisa enigmática, respondió:

—No estoy diciendo que seas mi amante, sino que nos ayudes a ambos en la intimidad —dijo Rokugo, con una voz llena de malicia.

Snow, sintiéndose aún más incómoda, respondió:

—Rokugo, eso es aún peor. No puedo hacer eso —dijo Snow, con una voz llena de incomodidad.

Rokugo, con una expresión de confianza, respondió:

—Snow, conozco a Grimm. Ya sé cómo arreglármelas para que acepte eso —dijo Rokugo, con una voz llena de determinación.

Snow, con una expresión de duda, respondió:

—Rokugo, no sé si puedo hacerlo. Es demasiado —dijo Snow, con una voz llena de incertidumbre.

Rokugo, con una expresión de seriedad, respondió:

—Snow, piénsalo. Es una oportunidad para que todos salgamos ganando —dijo Rokugo, con una voz llena de convicción.

Snow, con una expresión de resignación, respondió:

—Está bien, Rokugo. Lo pensaré —dijo Snow, con una voz llena de resignación.